No por ser periodistas son más o menos humanos, o mexicanos, o de cualquier nacionalidad. Para intentar entender lo que sucede en el país recurro a los lugares que, desafortunadamente, ahora son más comunes que antes: “todo es culpa del gobierno”, es la corrupción rampante”, “los políticos de este gobierno no tienen para cuando dejar de saquear el país”, etc. El lugar común que ocupan estas y otras consignas están ganadas a pulso. En los casi 40 años de actividad profesional no había visto nada igual. El deterioro de la tranquilidad para vivir ha llegado a lugares desconocidos. Leo los diarios y las noticias y me encuentro con que en todos lados viven un problema similar. Esto que las autoridades y los medios llaman delincuencia organizada es un fiel reflejo de la organización entre la delincuencia y las autoridades. Al menos a eso suena cuando están las denuncias, videos inculpando personas, cárceles donde celebran con comilonas, videos que atestiguan las extorsiones desde la cárcel y los custodios paseando tranquilamente entre ellos… sí, es Delincuencia Organizada. Ahora se alza la demanda de justicia pues en unos meses han asesinado a periodistas que además de su labor propia de periodismo, lo hacían con el interés de exponer las atrocidades de esa delincuencia organizada. Que lo importante es alzar la voz ante cualquier muerte de cualquier persona, ¡por supuesto!; eso así debe de ser. A la indignación de los medios por lo que afecta al gremio de los periodistas debemos sumarnos todos; por ser personas, por ser mexicanos y también por ser periodistas, pues ellos son quienes aspiran (y nosotros también) a mostrar la organización de esa delincuencia que tiene sumidos a los mexicanos en un embudo de manos atadas e indignación. En este escenario, quizá (por decir lo menos) por ausencia de pericia política, el presidente afirma hoy (17 de mayo) “México tiene que distinguirse por proteger a los periodistas…”. ¿Cómo tomar una declaración como ésta cuando arde el rechazo a la ausencia de resultados en materia de seguridad y transparencia? Dada la ausencia de resultados, lo obvio es que en la conciencia colectiva exista nula confianza en los dichos de los políticos. Como si fueran recortados del mismo guion, nos dicen lo mismo sin importar el estado, municipio o dependencia federal en el que colaboren. La incógnita es la reacción de la comunidad civil, por llamar de alguna manera, al grueso de ciudadanos en México. ¿Qué se está cocinando en las parrillas de la reacción social? ¿Será que la iniciativa social rebase los cálculos de todas las organizaciones políticas? De ser así, ¿alguien sabe dónde se activan las válvulas de escape que permitan bajar la presión de lo que puede estar cocinándose? Hasta el próximo comentario