Una voz más en este río revuelto de la desesperación y la impotencia frente a la impunidad y la corrupción tan evidente en nuestro país, ¿servirá de algo? Soy generalmente una persona que me informo leyendo los diarios, revistas, o bien escuchando noticias y programas de debate en radio y televisión. Estas últimas semanas el tema favorito de todos es el deterioro de la credibilidad en los sistemas de justicia y en las autoridades de prácticamente todos los niveles. Las historias van y vienen. Los comentarios en la calle son sobre mismo tema y estirando la liga de los comentarios, siempre sobreviene sensación de que como simples ciudadanos no podemos hacer casi nada por mejorar las cosas. Asombra, no obstante, la cantidad de iniciativas con origen precisamente en los ciudadanos, que buscan hacer lo que las propias leyes mexicanas dictan, esto es, no inventar nada más que lograr que se cumpla con las leyes. Esto es al parecer pedir mucho. Un amigo abogado comentaba en tono de broma seria, que estaba ya por avisar y “colgar” su título de abogado pues las cosas que se han visto últimamente provocarían infartos fulminantes a los maestros de las escuelas de derecho en todo el país. Javier Duarte y el periplo orquestado por las autoridades para que después de unos meses pueda salir sin problema pues (al parecer de manera deliberada) no estudiaron ni fueron capaces de organizar una investigación con fundamentos serios que permita seguirle un caso de forma justa y apegada a la ley. El espectáculo alrededor del exgobernador de Veracruz, que ha servido, eso sí, para acumular toneladas de desprestigio al gobierno actual cuyos titulares parecen obrar desde un sitio de absoluta soberbia y prepotencia. Al grado de que pueden afirmar, en el otro caso que atrapa nuestra atención, que el Sr. Mena y su hijo murieron en el socavón porque al manejar no se fijaron que había un hoy… En éste sentido organizaciones como Mexicanos Unidos contra la Corrupción y la Impunidad; la iniciativa #Vamos por mas; MeXXico libre de Corrupción; Ahora; y recientemente la entrada en operación de la iniciativa presidida por Jacqueline Peschard, Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) que “por primera vez une esfuerzos institucionales que apoyados por la transparencia y rendición de cuentas, buscan fortalecer la confianza de los ciudadanos en las instituciones en un marco de promoción de la legalidad y las buenas prácticas”. Un ejemplo de ello es el que “MeXXico libre de corrupción” ha realizado convocando al seminario “on-line” “Avances SNA, la creación de las instituciones para combatir la corrupción”, justo al día siguiente de la entrada en operación del SNA en el que propone un primer análisis, que promete continuar. (pueden encontrar este primer ejercicio en la página de la organización www.mexxi.co). Por eso la pregunta de si sirve de algo una voz mas. A riesgo de caer en lugares comunes, la respuesta es que sin duda hay que levantar la voz. En tantos foros como encontremos y denunciando las tropelías corruptas que vean o de las que sean víctimas. Pasar del clásico “Ya basta” al “ya denuncié”. Aguantarnos la decepción si es que no pasara nada con expectativa de justicia; el recipiente de denuncias se colmará de reclamos y comenzaremos a ver, al tiempo, que las cosas comenzarán a cambiar. ¿naif, ingenuo o visión infantil? Es probable, pero finalmente la legalidad tendría que ser el camino a seguir para todos; de no ser así ¿por dónde habríamos de caminar? En mi labor profesional me he encontrado con una cerrazón imperante de muchos medios de comunicación respecto de temas (que no puedo mencionar por razones de secrecía) que están marcados por una impunidad y falta de apego a la más elemental de las razones legales y que reflejan la abierta complicidad entre empresas, internacionales y nacionales, y las autoridades mexicanas para, como en el caso del famoso socavón, presentar un presupuesto que con toda tranquilidad se duplica en la práctica y que sólo dura 90 días. La falta de vergüenza de los responsables por parte de las autoridades y las empresas involucradas; la nula sensibilidad mostrada para las familias de las personas fallecidas; la desfachatez de declaraciones que intentan minimizar los hechos; o bien la ausencia de sensatez en el manejo jurídico en los casos como el de Javier Duarte y sus cómplices, provocan un malestar que seguramente, espero que así sea, se verá reflejado en el apoyo de nosotros ciudadanos a la hora de elegir a nuestros representantes. Ojalá que nos alcance la indignación para presionar la aplicación de la justicia para todos los que nos han robado y pretendido engañar.