“Como siempre, el diablo está en los detalles, y en este caso, los detalles son muy importantes, entonces hay que ver cómo se aterriza ese plan, que hasta ahorita nada más conocemos los grandes lineamientos”, añadió.Carstens opinó que a 23 años de existencia del TLCAN entre México, Estados Unidos y Canadá, hay que modernizarlo y “darle una dimensión humana”. En esta modernización del TLCAN, hay que introducir nuevos beneficios para los habitantes de tres naciones que lo integran, darle dimensión humana y atender a aquellos que se han quedado atrás en la carrera de progreso tecnológico y competencia que traer la globalización. Esto, porque hay un sentimiento de malestar económico que ha surgido en algunos sectores de la población y, en especial, en el seno de lo que suele llamarse economías avanzadas o altamente industrializadas. Ante los síntomas de malestar y temor frente a la apertura comercial, consideró Carstens, la solución no es retroceder a esquemas de desarrollo autárquico que ya han demostrado en la historia su ineficiencia y sus tremendas limitaciones. La solución, subrayó es “encender nuevas luces, abrir nuevas vetas de progreso y cuidar, con inteligencia, que los beneficios de la globalización y del avance tecnológico sean cada día más incluyentes y más extendidos en todo el planeta”.