Los restauranteros celebraron la vuelta de la Ciudad de México al semáforo naranja. Sin embargo, todavía no dejan de presionar a las autoridades capitalinas para que relajen las restricciones de operación en el sector.

La Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac), los Directores de Cadenas de Restaurantes (Dicares) y la Asociación Mexicana de Restaurantes (AMR) aplaudieron el regreso a la fase naranja (riesgo alto) del semáforo epidemiológico en la capital, que entró a la fase roja (máximo riesgo) a mediados de diciembre.

El semáforo rojo forzó al gobierno capitalino a imponer nuevamente restricciones severas a la actividad económica, social y cultural, esto tras meses de una reapertura gradual y cautelosa que acompañó al descenso en las cifras de contagios, hospitalizaciones y muertes por COVID-19.

Junto con la vuelta al semáforo naranja, el gobierno de la CDMX relajó las restricciones para la operación de restaurantes. Podrán dar servicio en sus locales hasta las 10:00PM, pero sólo con mesas al aire libre, aforo del 30% y un máximo de cinco comensales por mesa.

Aunque esto dará más libertad a los restauranteros, los representantes del sector señalaron que las restricciones siguen siendo demasiado estrictas, sobre todo si se les compara con las implementadas la última vez que la capital se encontraba en fase naranja.

En aquella ocasión, los restaurantes tenían permiso de operar con 30% de aforo en interiores y 40% en exteriores.

“Entendemos la prudencia con la que el gobierno de la Ciudad de México está actuando […] pero somos enfáticos en reiterar a las autoridades que los restaurantes son seguros”, apuntaron los restauranteros en el comunicado publicado la tarde del viernes.

Los restauranteros pidieron que para el día 22 de febrero todos los restaurantes tengan luz verde para dar servicio en interiores y con aforo reducido.

El sector restaurantero fue uno de los golpeados con más fuerza por la pandemia del COVID-19. El año pasado, más de 13 mil 500 restaurantes del Valle de México cerraron sus puertas como consecuencia del azote económico del virus.

La CDMX es la zona más densamente poblada del país. Tanto habitantes de la ciudad como visitantes de otros estados y países suelen llenar sus avenidas, callejones y plazas comerciales, generando un flujo constante no sólo de personas, sino de dinero.

Sin embargo, la pandemia forzó una temporada de confinamiento a principios de año que se replicó en los últimos meses en respuesta a un repunte en los contagios y hospitalizaciones.

El gobierno capitalino, presionado por los efectos de la crisis económica sobre varios sectores, optó por una estrategia de reapertura gradual. Cada semana anunciaba relajamientos en las restricciones a la actividad, permitiendo la reapertura paulatina de negocios y el regreso de actividades sociales y culturales.

A pesar de que la ciudad pasó a semáforo naranja, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, pidió a la ciudadanía no bajar la guardia para evitar una vuelta al rojo.

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