Las sedes construidas para los Juegos de Tokio 2020 dejan un legado de gratos recuerdos sobre las competencias que en ellos se realizaron y las nuevas marcas que en ellos se establecieron.
Sin embargo, las edificaciones también dejan una estela de costos para su construcción, dudas sobre su posible uso a futuro para explotación comercial y la interrogante de si la ciudad pudo ahorrarse estas edificaciones cuando ya existían otras instalaciones deportivas de Tokio 1964.
La olimpiada de Tokio 2020 tuvo la mala suerte de verse golpeada por la pandemia del Covid-19, lo que disparó el presupuesto de organización hasta 15,400 millones de dólares (mdd), debido al retraso de un año para su celebración –el verano de 2021— y las medidas anticovid.
El nuevo Estadio Olímpico de Tokio fue terminado a finales de 2019 y, según consta en el plan del gobierno de Tokio y de la organización, será privatizado después de los Juegos para sacarle una utilidad económica al acoger competencias deportivas o conciertos.
El coliseo es propiedad del consorcio Japan Sports Council –conformado por entes públicos nipones— y estaba previsto que sus derechos de explotación se subastaran y pasaran a manos de una empresa en el otoño de 2020, planes que se pospusieron por el retraso de la olimpiada.
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La idea era que el estadio, con capacidad para 60,000 personas, fuera renovado después del verano para aumentar su aforo hasta un máximo de 80,000 espectadores y que quedara disponible para su uso comercial desde 2022.
La principal sede de los Juegos Olímpicos de Tokio ha costado 156,900 millones de yenes –unos 1,410 mdd— y su mantenimiento asciende a 2,400 millones de yenes anuales –21 mdd— que tendrán que ser asumidos por los organizadores.
Su potencial para albergar encuentros deportivos o culturales a pleno aforo también es una incógnita en el actual contexto de restricciones sobre este tipo de actos, debido a la pandemia.
De sedes olímpicas a salas de conciertos y teatros
Otro de los nuevos estadios más icónicos construidos para Tokio 2020 es el Ariake Arena, sede del voleibol y del basquetbol en silla de ruedas y que, tras la olimpiada, será usado como centro deportivo y cultural con capacidad para 15,000 espectadores.
El Centro de Gimnasia de Ariake, también ubicado en la zona de la bahía de Tokio, será reconvertido en un auditorio para conciertos y otros eventos con 12,000 asientos.
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Las islas artificiales en la bahía son la zona de la capital que más ha cambiado debido a los Juegos, que dejarán otras instalaciones para su uso público como los parques de skate, además de una enorme explosión inmobiliaria, con la construcción de nuevos complejos de viviendas como los que se han empleado como residencia de los atletas en la Villa Olímpica.
En la misma área se ubica el Centro Acuático de Tokio, sede de competencias de natación nacionales e internacionales tras los Juegos y equipada con 15,000 asientos, que serán reducidos a 5,000. El centro posee dos piscinas olímpicas y otra de saltos y también estará disponible para su uso por los ciudadanos.
Instalaciones de 1964 que pudieron usarse
A unos 300 metros del imponente nuevo edificio se ubica otro complejo de natación de categoría mundial, el de Tatsumi, que ha servido de sede del waterpolo durante los Juegos y que también posee dos piscinas de 50 metros y una de saltos.
Los anfitriones pensaron emplearlo como sede de todos los deportes acuáticos durante Tokio 2020 pero lo descartaron, debido a que no contaba con suficiente aforo, y decidieron gastar 56,700 millones de yenes –unos 514 mdd— para levantar un nuevo centro que al final albergó las competencias con gradas vacías.
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De haber sabido que se avecinaba la pandemia, los anfitriones podrían haberse ahorrado estos costos monumentales que al final recaerán sobre el bolsillo de los contribuyentes. Se pudieron haber empleado más sedes de las llamadas “zona de la herencia” de los Juegos de Tokio de 1964.
Entre ellas se encuentran el Gimnasio Metropolitano de Tokio o el Estadio Nacional de Yoyogi, instalaciones que han albergado competencias olímpicas como el balonmano o el tenis de mesa, y que se encuentran en perfecto estado tras haber sido renovadas y forman parte de la amplia oferta de centros deportivos de acceso público de la que ya disfrutaban los tokiotas antes de estos Juegos.
GC