La Olimpiada de Tokio 2020, una de las más especiales de la historia contemporánea por la pandemia del Covid-19, se inauguró este viernes con una ceremonia sin público, antes de la cual el emperador de Japón, Naruhito, y el primer ministro de este país, Yoshihide Suga, recibieron a 15 dignatarios extranjeros.
El número de dignatarios extranjeros que se ha desplazado a Tokio para asistir a la celebración ha sido reducido al mínimo respecto a lo que es habitual en las citas olímpicas, debido a las amplias restricciones aplicadas para prevenir posibles contagios durante el encuentro.
Entre los invitados a la ceremonia figuran el presidente de Francia, Emmanuel Macron, como representante del próximo país que acogerá los Juegos –París 2024—, así como la primera dama estadounidense, Jill Biden, en representación de su país.
El total de personas invitadas a la inauguración alcanzó una cifra menor al millar, quienes fueron los únicos que ocuparon asientos, al margen de los medios de comunicación, en un Estadio Olímpico cuyo aforo supera los 68,000 espectadores.

Entre los otros asistentes están el primer ministro mongol, Luvsannamsrai Oyun-Erdene; la vicepresidenta sudanesa, Rebecca Nyandeng De Mabior; el alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, y el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Acudieron también otras 70 autoridades extranjeras con representación ministerial, según anunció el gobierno nipón.
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