Desde noviembre 2014 los precios de los hidrocarburos se han visto presionados a la baja, como consecuencia de un exceso de oferta por la menor demanda de China (que está en desaceleración) y de la Unión Europea (que aún vive los efectos económicos de la crisis de los altos déficit fiscales). Por otro lado, el fracking en Estados Unidos y la eliminación de sanciones a Irán provocó un incremento significativo en la producción petrolera, lo cual ha ocasionado que el mercado esté inundado de petróleo actualmente y que se tenga una expectativa de crecimiento en la producción. Además, el escenario se complica al tomar en cuenta que dos de los principales productores, Irán y Arabia Saudita, han tenido conflictos desde hace muchos años. Así, el acuerdo petrolero que parecía congelaría la producción no fue firmado, generando especulación en torno a que ahora podría incrementarse la venta de petróleo, tratando cada país de ganar una participación de mercado y llevando probablemente a una guerra de precios en donde todos terminarán afectados, excepto Irán, que recientemente entró al mercado exportador y para quien vender a cualquier precio puede resultar redituable. Las consecuencias de un petróleo barato son en primera instancia sobre: 1) las finanzas públicas de los países productores, 2) decisiones de consumo de las familias de los países en donde los hidrocarburos fluctúan de acuerdo al precio internacional y 3) sobre el mercado de bonos. Respecto a las finanzas públicas, al depender del petróleo es muy probable que algunos países terminen con recortes en su calificación crediticia, situación que provocaría salidas de capitales de esos países y nuevos episodios de volatilidad en el tipo de cambio. México no está exento a pesar de que Pemex es una empresa pública, debido al apoyo financiero que el gobierno federal dará a esta entidad. De hecho, Moody´s cambió ya la perspectiva de la calificación de estable a negativa, lo que implica una llamada de atención a resolver el problema de raíz. Por el lado de las decisiones de consumo es cierto que con un petróleo barato incrementa el poder adquisitivo de las familias, pero la evidencia en Estados Unidos para el último año no ha sido consistente con un aumento del consumo al bajar el precio del petróleo, probablemente porque se incrementó la demanda por automóviles más grandes o menos eficientes. Lo mismo sucede con las exportaciones mexicanas en las cuales de acuerdo a un modelo econométrico, se encontró que una disminución de 1 % en el precio del WTI se asocia con un aumento de 0.2 % en las exportaciones de automóviles de México a EUA y de 1.02 % sobre las exportaciones de autopartes. En realidad, durante los primeros tres meses del año se ha registrado una caída de las exportaciones automotrices de 4.6 %, en comparación al mismo periodo del año anterior, debido a que existen otros factores que también influyen sobre las exportaciones automotrices, como la expectativa de alza en las tasas de interés y el debilitamiento económico de China. Así, el efecto económico de un petróleo barato sobre las decisiones de consumo no se ha concretado. Finalmente, el efecto sobre los bonos es el de mayor riesgo ya que al alcanzar el petróleo niveles por arriba de 100 dólares por barril (dpb) se incrementó la emisión de bonos de empresas petroleras, así como la solicitud de créditos para realizar inversiones. Al bajar el precio del petróleo, la situación financiera de las empresas entra en estrés y propicia el impago de los bonos y créditos que tiene potencial de llevar a la banca de EUA a una nueva crisis. Se estima que en EUA las empresas petroleras tienen un precio de equilibrio de 30 dpb, por lo que precios del petróleo debajo de 30 dólares son sumamente riesgosos.