¿Qué sucede en la central nucleoeléctrica de Laguna Verde?
La noche del viernes, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) emitió un comunicado en el que responde a reportes sobre un presunto riesgo de accidente en la central nucleoeléctrica ubicada en la costa veracruzana.
“La Central Nucleoeléctrica Laguna Verde no está, ni ha estado nunca, en riesgo de sufrir un accidente. Es regulada rigurosamente por organismos altamente calificados”, aseguró la CFE.
El 9 de abril, la periodista Paniley Ramírez publicó una columna en la que enumera varios incidentes al interior de la central que encendieron focos de alerta y apuntaban a la posibilidad de accidentes graves. Varios fueron fugas de combustible en la central, las cuales significaron “probabilidad de accidente severo [y de] una descarga radiactiva grande al medio ambiente”, de acuerdo con reportes citados por la periodista.
Ramírez no ha sido la única en reportar sobre los presuntos riesgos de Laguna Verde. A finales del año pasado, el diario español El País publicó un artículo informando sobre un incidente de “alerta naranja” después de una operación de recambio del uranio enriquecido que alimenta la planta. Citando un reporte de 13 páginas de la misma CFE y varias fuentes anónimas que apuntaron a otros incidentes similares, el artículo subraya las preocupaciones al interior de la planta por fallas de “desempeño humano” y la carencia de “una sana cultura de seguridad nuclear”.
La central de Laguna Verde contiene el único reactor nuclear para generación de energía eléctrica en México, y una de sólo cinco en la región América Latina y El Caribe. Activada en 1990, la planta es una anomalía en un país que depende sobre todo de gas, carbón y algunas renovables para generar luz eléctrica. A la fecha, la central representa 4% de la generación eléctrica de todo el país.
La energía nuclear es un tema delicado dentro del sector energético. A pesar de que varios países usan este tipo de energía para generar una porción considerable de su producción eléctrica -Francia (70%), Bélgica (47%), Eslovakia (53%) y Estados Unidos (20%)-, esta carga una reputación terrible por las secuelas medioambientales de su uso y las desastrosas posibilidades en caso de un accidente.
En general, la energía nuclear es considerada como una fuente relativamente en segura. De acuerdo con la Asociación Mundial Nuclear, los riesgos de accidentes son “bajos y en descenso”.
“Las consecuencias de un accidente o ataque terrorista [en un reactor nuclear] son mínimas comparadas con otros riesgos comúnmente aceptados. Los efectos radiológicos en las personas de cualquier fuga radioactiva pueden evitarse”, apunta la Asociación en su página oficial.
Sin embargo, las secuelas de un accidente pueden ser devastadoras. El desastre de la planta de Chernóbil, ubicada en el norte de Ucrania, liberó cantidades tremendas de radiación que contaminaron no sólo suelo ucraniano, sino también a partes de Bielorrusia y la zona central y occidental de Europa, llegando incluso a las islas de Reino Unido y a Noruega.
Las cifras de muertes causadas por la radiación oscilan entre las 4 mil y las 16 mil, con algunos estimados llegando incluso a las 60 mil. Además, fue necesario crear una zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la planta, la cual quedó contaminada y es, al menos en teoría, inhabitable.
En 2011, un terremoto causó un accidente nuclear en la planta nuclear de Fukushima, en Japón. El gobierno japonés sólo confirmó una muerte directamente causada por el accidente, pero sus secuelas se sintieron de otras maneras: agua contaminada en el Pacífico, riesgos de contaminación por radiación y riesgos de malformaciones físicas en recién nacidos cercanos a la zona.
La CFE informó en octubre del año pasado que contempla construir un segundo reactor nuclear, este en Baja California. Su plan 2020-2034 contempla aumentar en más de 90% la capacidad de energía nuclear en el país.
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