El recién publicado decreto sobre el glifosato y el maíz genéticamente modificado, que limita únicamente el uso de este tipo de maíz para alimentación animal y como insumo en la industria alimenticia, pero que no lo permite en la producción de masa, tortillas y harinas, arguye razones de salud y de protección ambiental que no son aceptadas por Estados Unidos.
Este martes, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y la Asociación Nacional de Productores de Maíz (NACG en inglés) manifestaron, con matices, su desacuerdo con el decreto publicado el lunes por el gobierno mexicano, al considerar que no explica con evidencias cuáles son los posibles daños para la salud el consumo del maíz genéticamente modificado.
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Estados Unidos es uno de los principales afectados por la entrada en vigor del decreto, debido a que México es el principal cliente extranjero de sus exportaciones de maíz amarillo –para consumo animal principalmente— y de algunas cantidades de maíz blanco –para consumo humano—, la mayoría de las cuales son de grano genéticamente modificado.
A continuación explicamos cuáles son las razones que argumenta el gobierno mexicano para justificar su política hacia el maíz genéticamente modificado.
La salud por encima de la productividad del campo
Después de reunirse con Tom Vilsack, secretario de Agricultura de Estados Unidos, en noviembre del año pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que su gobierno sí podía autorizar la utilización de maíz amarillo genéticamente modificado como forraje de ganado, pero que no iba a permitir la utilización de “maíz transgénico” para consumo humano.
El mandatario insistió en la relevancia de proteger la salud de los mexicanos, pero sin aportar en ese momento elementos de prueba que indiquen en qué consisten los posibles daños al estado físico de los individuos.

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Frente a los argumentos de la industria agroalimentaria en el sentido de que el maíz genéticamente modificado es más resistente a las plagas y a la escasez de agua, lo que eleva su productividad, el mandatario respondió que su gobierno va a inclinarse por la salud y en segundo lugar por la productividad.
“Estamos buscando la forma de que ellos (los norteamericanos) entiendan que una cosa es lo mercantil, la ciencia que permite mayor productividad, y otra cosa es la salud. Y que si se tiene que decir entre la salud y el mercantilismo, nosotros optamos por la salud”, dijo el mandatario en su conferencia de prensa de todas las mañanas del 29 de noviembre.
En otros momentos, el gobierno federal ha hecho referencia a estudios y reportes de grupos científicos que supuestamente señalan a los organismos genéticamente modificados como causantes de cáncer.
Proteger la diversidad de especies nativas
El decreto publicado el pasado lunes refiere que las disposiciones relacionadas con el maíz genéticamente modificado tienen el objetivo de proteger la salud y al medioambiente, esto último en relación con la existencia en México de diversas especies nativas de maíz, que son parte del patrimonio cultural de comunidades campesinas e indígenas.
“Toda vez que el propósito principal de estas medidas es la protección del derecho a la salud y a un medio ambiente sano, del maíz nativo, de la milpa, de la riqueza biocultural, de las comunidades campesinas y del patrimonio gastronómico; así como garantizar la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, se estima conveniente actualizar las disposiciones vigentes a fin de especificar su contenido y alcance”, refiere el documento.
Según organizaciones ambientalistas como Greenpeace, México es centro de origen de unas 59 razas de maíz y de otros cultivos, cuya existencia está en riesgo con la liberación al ambiente de semillas de maíz genéticamente modificado, el cual puede mezclarse con las variedades nativas y, por tanto, se pierden las características genéticas de estas.
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Sin embargo, en su primera reacción al decreto del gobierno mexicano, la NACG negó estos argumentos e insistió en defender a la biotecnología como una herramienta indispensable para mejorar la productividad del campo y garantizar la seguridad alimentaria de un país, al tiempo que rechazó los supuestos hallazgos científicos acerca de que los productos biotecnológicos son dañinos para la salud.
“Los reguladores de Estados Unidos y las organizaciones líderes en materia científica y de la salud a nivel mundial han determinado que los productos biotecnológicos actualmente en el mercado son seguros y benéficos”, aseguraron ayer los productores norteamericanos.
GC