El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) señaló que la fortaleza del peso genera tranquilidad, particularmente para el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien parece considerar el tipo de cambio como un indicador de la salud de toda la economía; sin embargo, su “sorpresiva” apreciación también representa riesgos.
De acuerdo con la institución, sin un aumento concomitante de la productividad, “la apreciación perjudica la competitividad de la economía, al generar una apreciación del tipo de cambio real o, como se le conoce más ampliamente, una tendencia a la sobrevaluación cambiaria.
Entonces, las importaciones provenientes del exterior se abaratan y las exportaciones del país se encarecen.
El CEESP apuntó que si bien es cierto que el nivel medido como aproximación al tipo real es ligeramente superior al de 2014 -por lo que se podría decir que la competitividad es todavía mayor a la de ese año-, “hay otras señales de daño a la competitividad”.
Agregó que habría que ponerle atención a la brecha de productividad laboral entre Estados Unidos y México, que se ha incrementado en los últimos cuatro años, y esto “requeriría un tipo de cambio real más depreciado para mantener la competitividad nacional”.
El Centro también alertó que las empresas se verán aún más presionadas con la apreciación del peso, pues a éste se suma que los costos laborales para las empresas formales se han incrementado sustancialmente desde 2018, como consecuencia de los aumentos de los salarios mínimos, el incremento de días de vacaciones y -en menor medida hasta ahora- la entrada en vigor de la ley de pensiones del IMSS.
Todo esto, dijo, presiona a las empresas cuyas utilidades provienen de manera importante de la exportación directa o indirecta y a las que sus ingresos dependen significativamente de la competencia con importaciones.
Por otro lado, el organismo del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) resaltó que parte de la demanda de dólares que causa la apreciación nominal del peso viene de la debilidad de la economía y su expresión en el reducido déficit de la cuenta corriente -relativo al superávit de la cuenta de capital- de la balanza de pagos. Otra parte se genera de la inversión de corto plazo en instrumentos en pesos en el mercado global.
El riesgo, dijo, es que alguno de los elementos que hasta ahora generan la apreciación cambie de sentido.
“Que la demanda agregada empiece a crecer, generando un mayor déficit de la cuenta corriente o que las finanzas públicas muestren una debilidad evidente por la sobreestimación del crecimiento económico en el presupuesto, o algún otro evento que haga cambiar el sentimiento de los mercados, lo que a menudo sucede de manera repentina”.
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