Debido a la recesión económica provocada por la pandemia del Covid-19, la economía mundial desacelerará su ritmo de crecimiento durante los próximos años en relación con las expectativas que se tenían antes 2020, de lo cual se desprende que muy difícilmente el mundo logrará su objetivo de erradicar el hambre hacia el año 2030.

En su documento “Perspectivas agrícolas 2021-2030”, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) consideraron que el promedio de la disponibilidad de alimentos por persona crecerá 4% a nivel mundial en el transcurso de los próximos 10 años.

Sin embargo, aclararon que esta tendencia variará de un país a otro, ya que los países de “ingresos medianos” o en vías de desarrollo aumentarán su ingesta de alimentos de manera significativa, pero no así los países de ingresos bajos cuyo consumo permanecerá casi igual que ahora.

Los consumidores de países en desarrollo alcanzarán en 2030 un consumo per cápita de 3,025 kilocalorías al día, mientras que los consumidores de los países del África subsahariana reportarán un promedio de 2,500 kilocalorías, lo cual supone desafíos para la nutrición y la salud.

El informe de la FAO y la OCDE también advierte que se anticipan cambios en los hábitos de consumo de la población mundial, ya que mientras las familias de los países desarrollados estabilizarán su ingesta de productos cárnicos –por razones de salud y cuidado ambiental—, los consumidores de los países en desarrollo mantendrán una creciente demanda de carne roja y pescado.

Ante estas perspectivas sobre el consumo de alimentos, la inversión pública y privada para la productividad agropecuaria será fundamental en los próximos años.

La producción agrícola mundial crecerá 1.4% anual, impulsado principalmente por los países en desarrollo y los países de menores recursos, a partir de mejoras en el rendimiento de los cultivos y en menor medida por la expansión de las tierras.

En este sentido “un acceso más amplio a los insumos, así como las inversiones en tecnología, infraestructuras y capacitación agrícola para mejorar la productividad son motores fundamentales del desarrollo agrícola”, aseguran la OCDE y la FAO.

El reporte, que fue liberado este lunes, también destaca el papel que jugará el comercio de alimentos, sobre todo para los países que son altamente importadores. Se espera que, a nivel mundial, se estabilizará en 20% el total de calorías importadas respecto al consumo total.

No obstante, habrá diferencias por regiones geográficas, ya que en oriente medio y el norte de África se prevé que 64%  del consumo total de calorías de la población provendrá de alimentos importados.

Del lado de los exportadores, el reporte anticipa que para 2030, alrededor de 34% de la producción agrícola de América Latina y el Caribe será de exportación.

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Asimismo, el impacto de la pandemia en la economía mundial y una fuerte demanda de alimentos de China han contribuido a elevar los precios de los alimentos desde 2020 y hasta el presente, en perjuicio de los países de bajos recursos que deben comprar los alimentos a un costo mayor. Según la OCDE y la FAO esta situación será temporal, en la medida en la que desacelere la demanda mundial de alimentos y que mejore la productividad del campo.

Una eventual reducción de precios de los alimentos puede tomar por sorpresa a los productores, sobre todo los pequeños, ante un menor margen de maniobra para absorber costos.

El resumen del documento puede consultarse aquí.

GC