Después de promover a la Ciudad de México como un destino para impulsar el servicio de residencia temporal, a través de plataformas electrónicas, el gobierno capitalino reconoce que es necesario regular la prestación de este tipo de negocios inmobiliarios para evitar abusos.

El gobierno de la Ciudad de México se ha puesto en contacto con sus pares de otras ciudades del mundo para conocer el tipo de regulaciones que han aplicado a Airbnb y otras empresas similares, con el propósito de adaptarlas y ponerlas en marcha en el mercado local, comentó Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno de la capital del país, a la agencia Bloomberg.

En ciudades como Madrid, España, han surgido inquietudes y críticas contra los servicios de residencias temporales, mediante aplicaciones y plataformas por internet, debido al encarecimiento del suelo y de las rentas de las viviendas y el consiguiente desplazamiento que generan de familias que no pueden pagar un aumento de los alquileres.

Claudia Sheinbaum aceptó que si no se establecen reglas del juego claras para este tipo de alojamiento “va a haber zonas que serán exclusivamente de Airbnb”.

Apenas en octubre pasado, el gobierno capitalino anunció una alianza con Airbnb y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con el propósito de convertir a la Ciudad de México en “una capital del turismo creativo en América Latina y destino global para trabajadores remotos”.

Lo anterior, con el propósito de aprovechar la afluencia de extranjeros que laboran a distancia, conocidos como “nómadas digitales”, que se interesan por radicar temporalmente en los destinos turísticos de México.

Sin embargo, esta decisión ha sido cuestionada por organizaciones sociales y especialistas como la Asociación Mexicana de Urbanistas (AMU) y académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), debido a que este tipo de negocios inmobiliarios desatan especulaciones inmobiliarias, que resultan benéficas para los inversionistas, los propietarios de los inmuebles y las empresas constructoras.

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Mientras que los grandes perdedores son los jóvenes, las parejas de recién casados y las familias de escasos recursos, cuyos ingresos no les permiten adquirir ni rentar viviendas en las zonas donde florece el alojamiento temporal para turistas, agentes de negocios y trabajadores remotos, nacionales y extranjeros.

(Con información de Bloomberg)

GC