América Latina, México incluido, están a la expectativa de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, derivado de las implicaciones económicas que tendrá para la región un “segundo round” entre Joe Biden y Donald Trump.

Una posible repetición del actual presidente Biden en la Casa Blanca puede significar una derrama de inversiones en la región a raíz del proceso internacional de relocalización de empresas o “nearshoring”, mientras que un regreso de Trump al poder tendrá como consecuencia una “guerra de aranceles” para una cantidad indeterminada de mercancías, consideraron Patricia Krause, Economista en Jefe para América Latina y Rubén Nizard, Economista en Jefe para Norteamérica de Coface.

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Todavía falta que sean ratificados por sus respectivos partidos, pero es un hecho que Joe Biden –de 81 años— será el abanderado de los demócratas y Donald Trump –de 77 años— de los republicanos.

Sin embargo, en la medida en la que ambos competidores van por la reelección –a pesar de la impopularidad que llevan a cuestas— tienen un respaldo de 40% aproximadamente, lo cual anticipa que las elecciones de noviembre próximo serán altamente competidas, consideró Rubén Nizard.

La última palabra la van a tener los votantes indecisos y los independientes, quienes por sus antecedentes legales y los problemas de las elecciones de 2020 pueden ver a Trump como “un riesgo” para Estados Unidos, por lo que existe la probabilidad de que se inclinen por Biden al final de cuentas, agregó el experto.

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“Mi escenario base es que Biden tiene oportunidad de ganar”, consideró Nizard, aunque aclaró que en los próximos meses las cosas estarán sujetas a cambios.

Entre Biden y Trump las previsiones sobre sus prioridades de política exterior serán diferentes y, por tanto, su impacto para América Latina también será distinto, pero en lo que sí ambos políticos van a coincidir es en la confrontación económica, comercial y política con China.

Lo previsible es que “Biden dará continuidad a las tendencias de su gobierno actual, en el sentido de reforzar los negocios y la industria manufacturera en Estados Unidos y América del Norte, lo que abarca a México”, comentó Rubén Nizard.

Asimismo, Biden continuará con su Ley para Reducir la Inflación, que implica fortalecer la producción interna de semiconductores y otros componentes de la cadena de suministro de la electromovilidad y la tecnología.

Mientras que Trump ha dicho que impulsará la aplicación de aranceles 60% a todas las mercancías que Estados Unidos importe de China y de 10% para los bienes del resto del mundo.

“Será difícil aplicar los aranceles a México y Canadá, debido al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)”, pero una disposición de ese tipo sí pudiera afectar a los demás países de América Latina.

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A nivel financiero, no se esperan graves escenarios de volatilidad en caso de un segundo gobierno de Donald Trump, porque los mercados y los inversionistas ya lo conocieron como presidente, cuando gobernó de 2017 a 2021.

No pasará lo mismo que en la primera elección de Trump, porque el mercado asimilará los cambios”, consideró Patricia Krause.

Sin embargo, independientemente de quien gane la presidencia de Estados Unidos, existe un entorno mundial dirigido hacia la descarbonización de la economía y el impulso a la electromovilidad, así como a la relocalización de empresas, lo que constituye una oportunidad para México y los demás países latinoamericanos de aprovechar estas tendencias.

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“Por su relación comercial con Estados Unidos, México es el país más beneficiado por el nearshoring y el reshoring”, comentó Krause, al agregar que América Latina también debe ser un candidato natural para atraer inversiones, porque se encuentra en el área de influencia de Estados Unidos.

“Existe un amplio potencial de América Latina con la transición verde, la existencia de yacimientos de litio en Argentina y Bolivia y la existencia de cobre en Perú y Chile, lo que hay que hacer son mejores políticas que permitan atraer inversiones para exportar a Estados Unidos”, agregó la experta.

Actualmente, Estados Unidos es el principal inversionista en la región, sobre todo en Brasil y México, donde su participación se concentra en los sectores manufacturero y de servicios.

“Brasil tiene una industria manufacturera desarrollada y un gran mercado de consumidores, mientras que Chile tiene un buen ambiente para la inversión, a pesar de los intentos por reescribir su constitución”, refirió Krause, al insistir en que los países latinoamericanos tienen margen de maniobra para atraer inversión derivada del “nearshoring”.

GC