Después de que hace unas semanas se diera a conocer en EUA un dato de inflación bastante elevado de 8.6% al mes de mayo, un dato que además de estar arriba de lo estimado, resultó el mayor en los últimos 40 años, y que, por cierto, se ubicó muy por arriba del objetivo del Banco Central del 2.0%, el FED, decidió incrementar la tasa objetivo en 75pb a un rango entre 1.5% y 1.75% (la mayor alza desde 1994). Si bien, era un dato que los participantes de los mercados financieros ya habían anticipado, lo cierto es que el comunicado que acompañó dicha decisión dejó ver un escenario de mayor restricción de política monetaria durante los próximos meses, así pues, en la gráfica de puntos donde se presentan los estimados de las tasas de referencia para este y el próximo año, la mediana de los estimados se ubicó en 3.37% para este año, y en 3.75% para el próximo año. Con dichos incrementos, se esperaría que la inflación comenzara a descender para finales de este y del próximo año a niveles de 5.2% y 2.6% respectivamente, pero con un costo en el crecimiento económico que implicaría crecimientos de 1.7% para este y el próximo año en el mejor de los escenarios. 

En México, con una inflación anual de 7.88% a la primera quincena de junio, el nivel más alto en los últimos 21 años, Banxico decidió incrementar la tasa de referencia en su última reunión en 75pb para ubicarla en 7.75%, además modificó su estimado de inflación para finales de año de 6.4% a 7.5%,  y señaló que será hasta el 3T23 cuando se logre alcanzar el objetivo inflacionario del 3% (+/-1%), lo que sugiere que la tasa de referencia seguramente continuará incrementándose en las próximas reuniones, nuestro estimado es que la tasa de referencia podría ubicarse hacia finales del 2022 en un rango entre 9.5% y 10% dependiendo de la trayectoria inflacionaria y de las próximas decisiones de política monetaria por parte de la FED. Sin embargo, un mayor costo financiero también tendrá implicaciones en el crecimiento económico de nuestro país, el cual por ahora lo estimamos en 1.7% para este año, aunque al depender en gran parte de la demanda externa, una desaceleración en la economía norteamericana impactará fuertemente en nuestra economía.

Hace unos días, Agustín Cartens, exgobernador de Banco de México, y actual gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), señaló que los Bancos Centrales no tienen más remedio que continuar incrementando las tasas de interés para mitigar los riesgos inflacionarios, y advirtió que entre más se tarden las economías en controlar la inflación, mayor será el costo que tendrán que afrontar, y en efecto, actualmente los Bancos Centrales presentan un gran desafío, pues por un lado las presiones inflacionarias continúan elevadas y en la mayoría de las economías se encuentran muy por arriba de sus objetivos, lo anterior ante una mayor demanda, afectaciones en las cadenas productivas, constantes cierres en China por temas de Covid, y las afectaciones provocadas por más de 4 meses de conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que continúan afectando las cotizaciones de los energéticos y varios productos alimenticios; ante este escenario, es de esperarse incrementos importantes y constantes en las tasas de referencia, aunque en caso de ser excesivas podrían desencadenar en una recesión económica. Adicionalmente, varios países, principalmente emergentes, y algunas empresas, podrían ver afectada su capacidad de pago, generando un círculo vicioso con afectaciones de largo plazo.

Por otro lado, si los Bancos Centrales buscando cuidar la estabilidad económica tardan en implementar una política monetaria restrictiva o tardan en bajar los niveles inflacionarios, se correría el riesgo de que la inflación se arraigue, y que se desanclen las expectativas de inflación de largo plazo, lo que implicaría mayores costos a futuro para el crecimiento económico y podría provocar el temido escenario de estanflación.

Actualmente, algunas encuestas y diferentes corredurías internacionales asignan probabilidades que van entre 50-70% de que la economía norteamericana pueda caer en recesión hacia el próximo año, aunque también coinciden en que, en caso de darse, podría ser no tan profunda o de menor duración.

De esta manera, los Bancos Centrales presentan un gran desafío: controlar la inflación sin afectar demasiado el crecimiento económico, una tarea nada sencilla de lograr.

Por lo pronto, los mercados accionarios han venido reaccionando y durante la primera mitad del año presentaron caídas del 15.3%, 20.5% y 29.5%, para el Dow Jones, el S&P’s y el Nasdaq respectivamente. Para nuestro mercado accionario, la caída en el primer semestre ha sido de 10.8%.

Por Carlos Alberto González Tabares

Director de Análisis Económico Cambiario y Bursátil de Grupo Financiero Monex

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