El inicio de las precampañas presidenciales, junto con el fuerte incremento en el precio del gas LP, reavivaron dos de los grandes mitos nacionales: la soberanía alimentaria y la soberanía energética. Dos propuestas que parecen atractivas, pero que debemos analizar Durante casi 80 años, desde 1918 hasta 1994, uno de los grandes objetivos nacionales fue conseguir la “soberanía alimentaria”, es decir que el país no tuviera que importar los alimentos que consumía, meta fundamental para mantener las puertas cerradas a las exportaciones e importaciones, ya que al carecer de divisas para comprar alimentos en el exterior, era prioritario y tema de seguridad nacional producirlos en el interior para evitar el desabasto y mantener la paz social. Para conseguir tal objetivo, el gobierno de México subsidió, a través de los llamados “precios de garantía”, las cosechas de sus agricultores, quienes, buscando dichos ingresos, dejaron de lado la búsqueda de la productividad y se centraron en los cultivos de granos básicos, en los cuales México no tiene ventajas competitivas al carecer de grandes planicies y enormes latifundios. Sin embargo, al cambiar el modelo hacia una economía abierta hace ya 23 años, con la firma del TLCAN, muchos pequeños agricultores siguieron sembrando granos sin precios de garantía y, por ende, sus ingresos han caído dramáticamente, pero salvo ese pequeño sector de la población, que ya no llega al 8%, el resto ahora tiene alimentos en abundancia. Pasamos de ser un país con elevados niveles de desnutrición, a uno con elevados niveles de obesidad. Hoy en día el mexicano promedio porcentualmente paga menos por los alimentos, y no hay escasez como hubo en el pasado. No cabe duda que hubo perdedores, los menos, pero hay claros ganadores, que es la mayoría, al dejar atrás el mito de la soberanía alimentaria. Queda la duda de si México debe buscar nuevamente la soberanía alimentaria, y la respuesta es: NO. La razón es que es más barato importar los granos básicos que requiere el país, que producirlos en nuestro territorio, y las tierras fértiles que antes se usaban para granos básicos, ahora deben usarse para nuevos cultivos, donde México sí tiene ventajas competitivas, como es el caso de frutas, hortalizas, verduras y flores gracias a su clima templado durante el año y mano de obra barata. Una hectárea de maíz produce 6 – 7 toneladas a precio de 2,500 pesos por tonelada, lo que dará ingresos por 15,000 – 20,000 pesos. La misma hectárea sembrada con brócoli, lechugas, zarzamora, etc. dejarán ingresos entre 80,000 y 100,000 pesos. Además, mientras que en Estados Unidos y Canadá el invierno congela todo, el mejor clima mexicano permite sembrar y cosechar diversos productos aún durante el invierno Si el nuevo Presidente, ofrece “tortillas baratas”, entonces deberá poner controles de precios, y para poder cumplirlos deberá subsidiar a los productores de toda la cadena, y ese dinero que hoy se usa para vacunas y medicinas, tendrá que recortarse del presupuesto o bien adquirir más deuda o una mezcla de ambas, tal y como prometió Hugo Chavéz y Nicolás Maduro en Venezuela e incluso López Portillo y Luis Echeverría en México hace 30 años. Esa historia, ya la vivimos en México y ya sabemos en qué termina, cuando todo sube de precio, se acaban los préstamos y llega la inflación sin control La soberanía energética El otro gran mito es la “soberanía energética” y se deriva del hallazgo de Cantarell y el mito de que la refinación de gasolina deja mayores márgenes de utilidad que la exploración y extracción de crudo. Nada más lejos de la realidad, pero necesario en un modelo de economía cerrada para no depender del exterior de combustibles. Finalmente Cantarell, después de 30 años de explotación constante, decayó y el gas LP asociado a la extracción de crudo cayó a la par. México importa más del 60% de las gasolinas y gas LP que consume en territorio nacional y también casi todo el gas natural, ya que tenemos pocos yacimientos siendo explotados en la actualidad. Igual que con el maíz, sorgo, trigo, soya, es más barato importar gasolinas y gas LP o gas natural que extraerlo o refinar las gasolinas, que requieren de la construcción de nuevas refinerías. Por si fuera poco, suponiendo que se decidiera por la construcción de nuevas refinerías, entrarían en operación en el año 2025, para cuando las grandes armadoras de autos, GM, VW y Toyota, han dicho que tendrán autos eléctricos a buen precio. El reinado energético del petróleo está por concluir en las próximas dos décadas y se usará en un futuro tal vez para procesos químicos, plásticos, etc., pero muy difícilmente para producir combustibles fósiles. México, como lo hace Noruega, otro gran productor de petróleo, debe invertir en investigación para aprovechar la energía solar, eólica, marina, geotérmica entre otras que son el futuro de la energía a nivel global. Después de dos quebrantos brutales en 1984 y 2014, México ya debería haber entendido que no debe basar su futuro en el petróleo, y las energías renovables abren grandes oportunidades de negocio y crecimiento para las próximas décadas en que cambiará la matriz energética, como no ha sucedido en los últimos 100 años. Estamos al inicio de una revolución energética, donde, como en todo negocio que inicia, habrá quienes emprendan y algunos tendrán buenos resultados, pero por ningún motivo México debe regresar al pasado de construir refinerías o pensar en gas LP como opción energética. Mientras las energías renovables no sean más baratas que el gas Natural, no es mala opción importarlo de EU, que año con año extrae mayores cantidades. Perspectivas: No es necesario producir todo lo que consumimos, si se puede importar más barato. Si es necesario poner atención en qué ofrecen los políticos en sus Campañas y ver cómo podemos sacar provecho de nuestras ventajas competitivas para agregar valor a los productos. Carlos López Jones Editor en Jefe www.tendencias.com.mx Comentarios en Twitter @Carloslopezjone