En el primer trimestre del año, el PIB de Estados Unidos creció apenas 0.26% trimestral, mientras que el PIB de México creció 1.1%. Para Estados Unidos se revisó a la baja la expectativa para este año y para México se revisó al alza.
Parece una inconsistencia, pues México depende de su vecino del norte por las exportaciones y remesas. Ante esto hay que tomar en cuenta varios factores:
La economía de México apenas terminó de recuperarse de las caídas de 2019 y 2020, mientras que Estados Unidos se recuperó hace mucho. Además, el PIB per cápita sigue con rezago en México e inclusive contemplando crecimientos anuales de 2% regresará a los niveles máximos alcanzado en 2018, hasta el 2027. Prácticamente una década perdida en PIB por habitante. Por el contrario, el PIB por habitante se recuperó en Estados Unidos desde 2021.
Un punto muy relevante al analizar las economías es la inversión fija, pues es lo que determina el crecimiento económico de largo plazo. En México, la inversión fija muestra un rezago importante al ubicarse 7% por debajo del máximo histórico alcanzado en julio 2018, con lo cual el crecimiento en el largo plazo estará acotado a 2-2.5% si bien nos va.
El consumo en México ha crecido por la mayor masa salarial, pero también por las remesas récord y apoyos del gobierno. Las remesas no son un logro de la economía mexicana y los apoyos son una forma artificial de “inflar” el consumo. Para cualquier economía el mejor motor interno de crecimiento es la inversión fija bruta, pues implica que crecerá la productividad, los salarios y con es el consumo. Sin embargo, en México es el consumo lo que está impulsando la economía, en parte por apoyos del gobierno, lo cual no es sostenible a largo plazo.
En México la propensión marginal a consumir es alta, por lo que ingresos adicionales se traducen en mayor consumo. El gobierno sabe esto y da apoyos para impulsar a la economía. En primera instancia parece algo bueno, pero los recursos podrían utilizarse de mejor forma.
Además, hay que recordar que existe una alta probabilidad de recesión en Estados Unidos. Ante esto, las exportaciones y remesas han desacelerado su crecimiento y además en México los crecimientos y caídas son más pronunciados que en Estados Unidos. Para Estados Unidos se anticipan caídas trimestrales de 0.25% y 0.10% para los últimos dos trimestres del año, ante una recesión leve sin crisis bancaria, mientras que para México se estima que las caídas serán de 0.9 y 0.6% con una recuperación más lenta, como generalmente ocurre en nuestro país.
Si se cree que un crecimiento para este año alrededor de 2% para México es elevado, sería bueno ver las oportunidades que se están dejando pasar, empezando con el nearshoring con lo que se podrían alcanzar tasas anuales de crecimiento del PIB de 3.5%.
Por Gabriela Siller Pagaza
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