Hace unas semanas, la calificadora Moody´s aunque ratificó la calificación soberana de largo plazo de México en Baa2, revisó la perspectiva a negativa, lo cual abre la posibilidad de una revisión a la baja en la calificación crediticia en los próximos 12 a 24 meses. Lo preocupante de esta revisión son los argumentos que presentó, pues no obedecen a factores externos, por el contrario, son factores autoinducidos: 1) El debilitamiento de las instituciones y políticas públicas; 2) El incremento en el costo de la deuda; 3) Los recientes cambios constitucionales que podrían deteriorar los contrapesos del sistema judicial y podrían impactar en la confianza de los inversionistas. Lo anterior, argumentan, podría tener efectos negativos en el crecimiento económico y en los resultados fiscales. Adicionalmente se suma la dificultad financiera que enfrenta Pemex y la posibilidad de que afecte a la deuda soberana, así como los riesgos relacionados con la inversión derivado de la revisión del TMEC en 2026.
Por otra parte, se presentó el Paquete Económico 2025 que elabora la SHCP, el cual resultó poco creíble por su optimismo tanto en los supuestos macroeconómicos como por las ambiciosas metas fiscales. Las proyecciones de la Secretaría de Hacienda se ubican en 2.3% para el PIB, una inflación del 3.5%, un tipo de cambio de $18.5 para cierre del año, una producción de petróleo de 1.9mbd, además esperan cerrar este año con una deuda de 51.4% como proporción del PIB y una disminución en el déficit fiscal de 5.9% a 3.9%.
Esto difiere del consenso de mercado que estima un crecimiento en el PIB del 1%, una inflación del 3.8%, un tipo de cambio en $20.0. Particularmente preocupa el elevado endeudamiento de Pemex, los compromisos financieros que enfrentará el próximo año, así como la necesidad de mayor apoyo gubernamental, lo que genera una alerta importante para las calificadoras. Por otra parte, luce bastante retador el compromiso de reducir el déficit, si bien, estiman que bajará de niveles cercanos al 6% a 3.9%, resulta aún insuficiente para evitar un deterioro en el perfil de deuda de mediano y largo plazo, ante un elevado gasto gubernamental, y no se explica una reducción significativa sin el acompañamiento de una amplia reforma fiscal, aunado a que se corre el riesgo de no alcanzar dicho objetivo ante un escenario económico de mayor debilidad. Adicionalmente, un tipo de cambio mayor a lo estimado implicaría destinar más recursos al pago de la deuda en moneda extranjera, reduciendo la disponibilidad del gobierno para otros fines, o incumplir con los objetivos planteados.
El escenario propuesto claramente no considera la incertidumbre generada por los recientes cambios constitucionales al Poder Judicial y eventuales cambios en las políticas comerciales impuestos por el gobierno de Trump, lo que podría limitar las inversiones, provocar mayor volatilidad en el tipo de cambio y complicar más el escenario económico hacia el próximo año, incrementando con ello el riesgo país y aumentando la probabilidad de mayores revisiones a la baja en la calificación crediticia de nuestro país.
Lo anterior muestra el poco margen fiscal por parte del gobierno, lo que genera la necesidad de incrementar los ingresos tributarios mediante una mayor recaudación y una reforma fiscal.
Pronto lo veremos, de lo contrario seguirán las revisiones a la baja en la calificación soberana de nuestro país, y aunque por ahora seguimos a dos escalones del grado de inversión, de seguir así podríamos incluso llegar a perderlo en un par de años, lo que significaría que los grandes fondos de inversión a nivel mundial ya no podrían invertir en México al caer los bonos al terreno de la especulación.
Por ahora habrá que estar muy atentos al desarrollo de las variables macroeconómicas y en el cumplimiento de los objetivos para mantener la calificación crediticia actual.
Por Carlos Alberto González Tabares
Director de Análisis Económico Cambiario y Bursátil de Grupo Financiero Monex
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