A 7 años de la salida de Mexicana aun queda mucho por contar. Queda por vender el segundo mejor negocio después de la aerolínea: el MRO. Recordemos que esta empresa aérea se constituía por tres aerolíneas, dos de ellas regionales; un negocio de carga aérea, que compartía a partes iguales con Aeroméxico; contaba con una serie de inmuebles muy valiosos como la Torre de Mexicana en la colonia Del Valle, un simulador de vuelo para capacitación que atiende a todo Sudamérica y sobre todo el MRO o base de mantenimiento que llegó a ser líder regional en el Continente. Este MRO (que abrevia el concepto de base para Mantenimiento, Reparación y Operaciones) ha estado operando estos siete años, generando ingresos importantes que no fueron para la liquidación del personal ni al pago de servicios o impuestos y derechos que debía la otrora aerolínea más importante del país (llegó a desplazar por un par de años a Aeroméxico en 1994). De hecho, fue la única excepción que como activo siguió operando, pues en el Concurso Mercantil al que se apegó su directiva en 2010, el MRO no fue congelada, confiscada o puesta en resguardo por el juez de dicho concurso. Pasaron 4 años para que se dictaminara el proceso de quiebra, toda vez que no hubo inversionista capaz de levantar a la empresa cuyos adeudos superaban los 24 mil millones de dólares. Dicha deuda ahora quedó reducida a algo así como 2 mil millones de dólares, previa “negociación“ con bancos y particulares que aceptaron aplicar quitas (descuentos pues) de más del 80% a la empresa hoy en quiebra. Tres años más tuvieron que pasar para anunciar apenas que el MRO se pondrá a la venta con un avalúo aproximado de 120 millones de dólares. Sólo en un año, habría que preguntar ¿cuál sería el costo de dicho activo y su valor como negocio? Conservadoramente debería generar unos 30 millones de dólares anuales en ganancias y si no que le pregunten a un banco cuánto cuesta un préstamo por 120 mdd y lo que debe generar en un país tan generoso como el nuestro. ¿Quien aprovechó esa derrama financiera que nadie vio o reclamó?. Ni sindicatos, ni agrupaciones, diputados y senadores emanados de las filas del sector aéreo pudieron ver qué pasaba con esos recursos. Pero sobre todo, desde los jueces del concurso mercantil al que se acogió la directiva de Mexicana , hasta el síndico de la quiebra, dictaminada en 2014 han podido explicar con claridad un asunto que debió ser resuelto desde 2012. La ley de Concursos Mercantiles fue diseñada para resolver problemas financieros por insolvencias de las empresas. En otros países se resuelve dictaminar su eventual quiebra en un año máximo. Aquí la historia es de ya 7 años a cuestas de los trabajadores. Más de 7 mil familias tanto de pilotos, sobrecargos, técnicos, ingenieros, administrativos y jubilados aún no ven su suerte. 120 millones de dólares por la eventual venta del MRO, podrían sumarse al fideicomiso para su liquidación, pero la suma no alcanza ni por mucho al 20 por ciento de lo que se requiere. ¿Cuánto cuesta hoy la empresa que fue adquirida por el simbólico pago de mil pesos? ¿Qué ganancias derivaron para sus accionistas actuales? La empresa aún mantiene activos como este MRO, uno de los principales en el continente Sudamericano. La pregunta que también se formulan en este escenario es ¿por qué se exentó al MRO de Mexicana de los activos que debían quedar bajo caución dentro del concurso mercantil para garantizar los adeudos de dicha aerolínea? Es el concurso mercantil que más ha durado en la historia. El de Mexicana no es sólo un ejemplo mal habido de lo que no debe operarse en nuestro país si queremos atraer inversiones. Imagine usted el incremento de costos que derivaron para las empresas que solicitan financiamiento y créditos. Las garantías se fueron al cielo, y no precisamente por el servicio de las aerolíneas. Al no haber garantías suficientes para exigir el pago de dichos financiamientos privados los intereses se incrementaron hasta las nubes, trayendo consigo el encarecimiento en cadena de los servicios. De este modo, el problema de Mexicana no sólo fue el de una empresa en problemas financieros; se convirtió en un problema mexicano en el que no sólo las empresas de otros sectores pagaron los platos rotos, también se trasladaron los costos al erario público pues quedó un boquete en las arcas de la nación al no ingresar (por quitas y descuentos) el pago de adeudos de la aerolínea con el SAT, el IMSS, Infonavit, ASA, PEMEX, Bancomext, etc. Usted ama de casa, estudiante, obrero, profesionista, empleado público o privado, todos, sufrimos las consecuencias. ¿O quién resarce lo perdido en el erario público?. No es problema de los extrabajadores, ya ni siquiera de imagen o de confianza de inversionistas nuevos en un sistema que permite esos vacíos de solución. Es un problema que se extendió a niveles que alarmarían a cualquier autoridad en otra parte del mundo. ¿Quién se quedó con la parte rentable de Mexicana en estos siete años de operar el MRO? ¿Quizás un genio que compró en mil pesos y ahora puede vender el MRO multiplicado por un millón de veces más su valor? Por Fernando Gómez Suárez