Que en este caso “no valen la pena”. (honor a Joaquín Sabina). Y es que tan sólo desde el punto de vista ciudadano, las campañas políticas llegan a sus destinatarios y una muestra el primer debate que tuvieron los candidatos a la gubernatura del Estado de México. (ahora que estamos a punto del segundo). Las vitrinas de comunicación que representan estos encuentros entre políticos carecen de un formato que les permita expresar el contenido de su propuesta. La cerrazón a tener un formato diferente en el que cada aspirante presente sus propuestas de gobierno; señale los errores que ve en los contrincantes; ofrezca soluciones a problemas y, sobre todo, demuestre su conocimiento de los problemas y soluciones de la entidad que busca gobernar, nos ha privado a los ciudadanos de un escaparate en el que con facilidad podamos decidir con cuál propuesta preferimos apostar con nuestro voto. Los señalamientos de corrupción van y vienen; las promesas de cárcel a los políticos que se van también; las generalidades como “acabar con la inseguridad” o “terminar con los corruptos” son ahora los lugares comunes en todos los discursos. No hay a quién irle. Esta idea de tener dos minutos y un minuto para presentar, disentir, responder, etc. Lo que si logra es ahuyentar a los televidentes y poner el reto entre quienes debaten a ver quién logra decir lo que pensaba decir en el tiempo estipulado. Ninguno de los que participantes en este ejercicio demostró conocer realmente a los que habitamos en municipios del estado de México. Por supuesto que no basta en decir “yo soy la mejor opción porque soy quien mejor conoce el estado”, eso es tan vacío como decir que “yo soy la mejor opción” ¿porqué? Las respuestas no llegaron. Lo que si hubo fue una especie de concurso a ver quien acusa mejor a otro por sus actos de corrupción. Por mi parte eso se lo pueden ahorrar. Olvidan los candidatos que los ciudadanos ya sabemos esas mentiras y vivimos todos los días con las carencias de seguridad y las evidencias de la corrupción. Nos falta un segundo debate. Imagino a los equipos de campaña reuniendo información para atacar a los otros; para demostrar que en esta ocasión uno es menos corrupto que otro. Imagino que algunos miembros de los equipos de los candidatos se ocupen de recopilar las inquietudes de los habitantes de los municipios; otro de plantear las soluciones a esas inquietudes. Si los candidatos tuvieran el deseo real de ganar la atención de los votantes, lo lograrían presentando lo que está sucediendo en las calles y enfocándose a describir con detalle la propuesta para solucionarlo. Hasta donde yo entiendo de eso, justo, es de lo que se trata el ejercicio de comparar plataformas electorales. No hay otros momentos para “comprar” lo que cada uno ofrece. Por eso la necesidad de estos debates televisados. Para lograr que los debates sean ejercicios dedicados a los votantes y alejarlos de los de dimes y diretes entre los candidatos, quizá haga falta incluir la voz de los ciudadanos en una especie contra-panel de periodistas y/o académicos especializados (realmente especializados y no los conocidos “queda bien”) en los temas a debatir. ¡Ah la suspicacia! ¿cómo hacerle para que los periodistas y los académicos no estén inclinados, sean favorables o de plano comprados por algún candidato? Pues justo porque son especialistas, ellos sólo podrán formular preguntas sobre su especialidad y buscar que la respuesta sea concreta. En el país existen profesionales independientes que pueden jugar este papel y acercar los contenidos etéreos de los candidatos a las necesidades de respuesta que tenemos los ciudadanos. Para complacer la necesidad de los candidatos a atacar a sus contrapartes, se puede incluir un espacio libre para que cada participante diga lo que quiera. Allá ellos si lo quieren dedicar a atacar; denostar; culpar o agredir a aluno o a varios. Un esquema así permitiría una respuesta mucho más concreta al cuestionamiento sobre quién ganó en el debate; la respuesta saldrá sola pues el ganador será el que mejor haya respondido los cuestionamientos de los ciudadanos independientes. Acomodar los 90 minutos en un ejercicio de este tipo, es cosa de sumas y restas pero siempre con la conciencia de que lo que se quiere lograr es que los votantes podamos disfrutar de un verdadero escaparate de propuestas.