¡Vaya que si vivimos momentos de cambios! Por más negativas que puedan ser las implicaciones, veamos con optimismo la participación y movilización de personas y empresas en todo el mundo. Si bien es poco probable que se mantenga el status quo, la fuerza de este movimiento puede incluso provocar que el cambio sea para mejor, pues si algo se está evidenciando es la solidaridad y la reciprocidad como expresiones de los mejores valores del humanismo. De ahí que la magnitud e impacto de la crisis que enfrentamos en nuestra relación bilateral con Estados Unidos no debe impedirnos ver con claridad oportunidades reales y riesgos colaterales. Si bien gran parte de la interlocución recaerá en nuestro gobierno, la sociedad y empresas mexicanas debemos tener claridad ante esta tormenta que atravesamos.
  1. Enfocar el conflicto. Estamos frente a un líder mundial cuyas acciones que busca instrumentar en los ámbitos migratorio y comercial repercutirán negativamente a los mexicanos que viven en el país y en EUA. No se trata de un conflicto entre sociedades, empresas, ni familias que viven de ambos lados de la frontera. Es fundamental acotar el origen del choque y no fomentar un espíritu “antiyankee” que no conduce a nada positivo. Al contrario, desde hace 10 días podemos observar a una sociedad estadounidense bien organizada y vibrante que se solidariza y apoya las mejores causas y se resiste al autoritarismo.
  2. Fortalecer lazos: Ante los embates del nuevo gobierno, hemos visto múltiples muestras de resistencia y solidaridad en medios, empresas y ciudadanos estadounidenses y del resto del mundo. Por lo anterior, resulta fundamental profundizar y ampliar las relaciones sociales, académicas, empresariales, culturales, etc., que han florecido durante décadas. Gracias a este crecimiento, hoy nos entendemos mejor ambas partes, intercambiamos no solo bienes y servicios, sino conocimiento y valores. Por más sonoras que sean las voces o tuitazos por dividirnos, debemos estrechar estos canales que serán nuestros principales aliados durante los momentos de tensión y que saldrán fortalecidos al salir de la tormenta. Si avanzamos en esta dirección, estaremos edificando una verdadera comunidad binacional de largo plazo.
  3. Evitar retrocesos nacionalistas. Durante el largo período del nacionalismo revolucionario se enarboló una concepción autoritaria y antidemocrática de la soberanía, bajo la cual los gobernantes se aislaron y fue la fórmula perfecta para fortalecer su control político, evitar rendir cuentas y postergar la apertura económica y política. Los efectos de esta manipulación todavía las padecemos en la actualidad. Por estas razones, debemos evitar que los llamados a defender la soberanía no sean mal entendidos como un retorno a esos nacionalismos rancios y en cambio, que ésta pueda ser concebida en el marco de un planeta cada vez más integrado, articulado por un marco normativo complejo y democrático, en donde circulan ciudadanos nómadas que aceleran el intercambio del conocimiento.
  4. Alianzas con valor: Es el momento para que México se abra más, con objetivos y valores claros, para lo cual se deben fortalecer alianzas con países y regiones que sean un referente en derechos humanos, gobernanza democrática, políticas anticorrupción, innovación, crecimiento y conocimiento. Este tipo de alianzas son las que generan un verdadero sentido de comunidad y se vuelven más estables que las exclusivamente comerciales. En cuanto a nuestro vecino del norte, tenemos una gran oportunidad por estrechar relaciones locales con las denominadas “ciudades santuario” y con los estados con quienes desarrollamos el mayor intercambio comercial e industrial. Sin duda, ambas partes tenemos gran interés en hacerlo. Por otro lado, es la oportunidad de hacer acuerdos laborales, migratorios y políticos con países como Chile, Colombia, Perú y Costa Rica, entre otros, quienes hemos enfrentado circunstancias semejantes en nuestros desarrollos y estamos en el momento de impulsar nuestro crecimiento y consolidación.
  5. Aprender de empresas globales y emprendedores. Aún cuando hemos señalado que ese espíritu “antiyankee” no conduce a nada positivo, muchos consumidores mexicanos empiezan a promover el boicot de empresas estadounidenses simplemente por su nacionalidad. Lo anterior sin importar que muchas de estas empresas tienen inversiones y empleados mexicanos. Sin embargo, casos como el de Starbucks –operada en México por Alsea-, que globalmente dio una respuesta de contratar miles de migrantes para este año, muestran acciones extracomerciales con las que su propósito y valores son reconocidos por la sociedad, en general, y los consumidores, en particular. Sin duda, esta tormenta permitirá que las empresas desarrollen e innoven en acciones inéditas que sentarán nuevos parámetros de la responsabilidad de las empresas globales. Es el momento para aprovechar que las operaciones de éstas en México amplíen su trabajo comunitario y tengan mayor visibilidad las contribuciones que hacen para formar capital humano y social.  Asimismo, estas turbulencias abrirán nuevos mercados que serán el espacio propicio para emprendedores, quienes tendrán la oportunidad de innovar en ofrecer soluciones a problemas sociales.
  6. La corrupción es el peor muro. Nunca perdamos de vista que el mayor problema que enfrentamos es la grave corrupción, que es la principal amenaza a nuestra viabilidad, y quien afecta de manera incuantificable nuestros derechos humanos y derechos de propiedad, los bienes y servicios públicos, potencial de innovación y emprendimiento, así como la competencia y todas las actividades económicas. De esta manera, no nos distraigamos y avancemos en ir construyendo un efectivo Estado de Derecho, en el que las autoridades sean efectivamente sometidas al marco de la ley y al escrutinio público.  
Bernardo Altamirano Rodríguez @beraltamirano