Cuando el INEGI dio a conocer que la economía mexicana había superado los 20 billones de pesos, dijimos que las Calificadoras podrían estar tranquilas. La semana pasada Standard and Poor´s quitó la nota negativa a la deuda soberana nacional y es probable que Moody´s y Fitch hagan lo propio en los próximos meses. Sin embargo, y a pesar de que las nuevas cifras son mucho mejores, pudieran no mantenerse. De acuerdo con las cifras oficiales, cuando inició la administración de Enrique Peña Nieto la deuda soberana nacional representaba el 37.7% del PIB. Al cierre del 2016 llegó a 50.2% y las Calificadoras de Deuda pusieron el grito en el cielo e hicieron cualquier cantidad de amenazas, en un entorno donde, además, había que preocuparse por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Al cierre del primer trimestre del año (1T17) el panorama gris cambió repentinamente. Todo empezó con el inusual incremento del PIB al 1T17 que pasó de 19.539 billones de pesos al cierre del 2016, a 20.603 billones al cierre del 1T17. Es decir, no sólo no bajó, producto del “gasolinazo” y la elevada inflación, sino que se elevó en más de 1 billón de pesos. Lo que México normalmente crece en 4 trimestres, sucedió en apenas el 1T17, a pesar de la crisis y la incertidumbre. El INEGI dice que no manipuló las cifras del PIB Nominal al 1T17, pero reconoce que la medición del mismo depende en un 60% en cifras que registra el INEGI y 40% del PIB son cifras que le dan diferentes organismos, incluidos el gobierno. Con esas cifras ya la deuda pública no es 50.2% del PIB nacional sino el 44.3% y las Calificadoras han retirado de la mira a México, cuya deuda soberana crecía sin control en la presente administración. Cuando observamos al interior de la deuda nacional, la misma sumó al cierre del 2016, 9.797 billones de pesos y al 31 de marzo finalmente bajó a 9.230 billones de pesos, es decir una diferencia de 567,351 mdp. Sería muy bueno que el gobierno de México realmente tuviera excedentes entre lo que recauda y lo que gasta y ello hubiera permitido reducir su deuda, porque hablaría de un equilibrio muy importante en sus finanzas públicas finalmente, pero nada más lejos de la realidad. Resulta que la deuda en pesos pasó de 6.217 billones al cierre del 2016 a 5.924 billones al cierre del 1T17, es decir una diferencia de 293,293 mdp que se explican, no por una férrea disciplina en el gasto, sino por el excedente de operaciones. Es decir, las utilidades que Banxico obtuvo en el 2016 por 321,000 mdp gracias a la revalorización en pesos de sus activos, lo que al usarse, como manda la Ley, en pago de la Deuda Pública, hizo que bajara el total de la misma. En el caso de la deuda emitida en dólares, al cierre del 2016 sumaba en pesos 3.579 billones y al cierre del 1T17 fue de 3.305 billones de pesos, es decir una diferencia de 8.29%, producto del menor valor del dólar, lo que reduce el monto total de esa deuda al contabilizarla en pesos. Como se puede observar, el gobierno, de manera intencionada hizo todo lo posible para que las cifras al cierre del 1T17 dieran la apariencia de que finalmente era disciplinado en su gasto y así obtener el grado de aprobación de las Calificadoras de Deuda. Ahora bien, hacia el 2018 el maquillaje va a desaparecer por completo y nuevamente la deuda en proporción al PIB nacional volverá a subir para acercarse al 50%, dejando nuevamente a la economía prendida de alfileres, para que quien llegue a Los Pinos sea en extremo cuidadoso con el manejo del Gasto y la Deuda, o de lo contrario habrá consecuencias muy importantes. Lo anterior sucederá porque el tipo de Cambio concluyó el 2016 en 20.6400, frente a los 17.2120 que cerró el dólar en el 2015, lo que generó una revalorización de los activos de Banxico y ello permitió al Banco Central entregar el remanente al Poder Ejecutivo, con el que se liquidó parte de la deuda. Si el Tipo de Cambio no termina 2017 por encima de 20.6400, entonces no habrá remanente de Banxico para el 2018. Y el segundo factor que baja la deuda nacional absoluta al cierre del 1T17 es el dólar en 18.00 pesos, lo que difícilmente sucederá en el 2018 con elecciones Presidenciales, donde esperamos alta volatilidad de la moneda nacional, especulando sobre un posible triunfo del populismo. Lamentablemente el gobierno no entiende que es necesario hacer recortes a su gasto, ya que supone erróneamente que un mayor gasto se traducirá en un mayor número de votos, a menos de un año de celebrarse las elecciones. El gobierno tampoco quiere reducir las partidas presupuestales a los gobiernos de los estados porque el Plan B del PRI, si llegara a perder en el 2018, es refugiarse en los estados que todavía gobierna, como lo hizo entre el 2000 y 2012 y regresar en un futuro a Los Pinos, conforme el partido en el Poder se desgaste. Perspectivas: Gracias al remanente de Banxico y apreciación del peso, la relación Deuda/PIB bajó al 1T17, pero no se trata de mayor disciplina fiscal, sino de la coyuntura apropiada. La Diosa Fortuna, diría el Presidente. Carlos López Jones Editor en Jefe Tendencias Económicas y Financieras www.tendencias.com.mx Twitter: @Carloslopezjone