Los déficit comerciales no son siempre malos. Un déficit comercial surge por la diferencia entre la cantidad importada y la cantidad exportada. El comercio abre las posibilidades de consumo de distintos bienes, incentiva la especialización, incrementa la productividad de las economías y sube el bienestar. Por esta razón los déficit comerciales pueden ser consecuencia de diferentes factores y no necesariamente resultado de algo que se está haciendo mal. Teóricamente hay una relación estrecha entre el déficit comercial y el déficit fiscal, por lo que si un país quiere reducir su déficit comercial, debería primer reducir su gasto o tratar de subir su recaudación.

La teoría del comercio internacional es extensa, pero un concepto básico es el de ventajas comparativas, en el que los países exportan los productos que relativamente les cuesta menos hacerlos e importan lo que relativamente les costaría más producirlos. Este concepto implica que un país exporta lo que mejor hace e importa lo que le generaría un mayor costo de oportunidad al producirlo de manera local.

Nadie sabe exactamente qué quiere lograr Trump con los aranceles. Ha dicho que el mundo se ha aprovechado de Estados Unidos y que él va a arreglar eso. Pareciera que Trump parte de la premisa que el comercio internacional ha sido resultado de algo que Estados Unidos y el mundo han hecho mal. Sin embargo, hay que recordar que Trump es político y podría estar ocultando el verdadero objetivo de los aranceles. Por lo anterior, es necesario leer entre líneas en sus declaraciones, pues la narrativa podría ser una y la puesta en práctica otra.

Con los aranceles, Trump podría estar buscando aislar a China, alejar al gigante asiático de ser en algún momento la economía más grande del mundo. Trump tiene ya 78 años y posiblemente quiere dejar ese legado a su país: ser el presidente de Estados Unidos que hizo más grande a Estados Unidos, aunque eso fuera a costa de limitar el crecimiento económico de China.

Con esto en mente, es posible que Trump siga con la narrativa del proteccionismo y que los aranceles altos y generalizados sean el nuevo status quo en el comercio internacional. En su primer mandato, Trump inició una guerra comercial con China, con la que este último país perdió participación de mercado de las importaciones de Estados Unidos y tuvo dificultad para que su economía siguiera creciendo a tasas elevadas. Con la guerra comercial, algunas empresas re ubicaron sus fábricas a otras partes del mundo, en el famoso nearshoring. Empresas chinas también se movieron a otros países para evitar los aranceles.

No es sorpresa que parte del crecimiento que han tenido algunas economías asiáticas (como Vietnam) se debe a la triangulación que algunas empresas chinas han hecho para poder exportar a Estados Unidos. Probablemente Trump no esperaba eso al iniciar la guerra comercial con China y al tener 4 años (en los que no fue presidente) para ver los efectos de largo plazo de sus aranceles, notó que no era suficiente con imponer aranceles a China. Con esto, los aranceles al mundo, particularmente a países en los que China pudo haber estado triangulando su exportación a Estados Unidos toman relevancia. El resto de los aranceles, como los impuestos a la Unión Europea, Japón y otros países a los que gravó con un arancel “recíproco” elevado, tienen como objetivo obligarlos a negociar. Ahí es donde el tema de lo que cada país importa desde China podría ser el punto clave. Estados Unidos a través de las negociaciones de aranceles con cada país, puede lograr que se compre menos a China, lo que limitaría aún más su crecimiento económico.

Esto es un cambio disruptivo en el comercio internacional. Ante esto, será muy importante la posición relativa de México respecto al resto del mundo. Si México queda con menor tasa arancelaria efectiva que el resto del mundo, se abre la oportunidad a ganar participación de mercado en las importaciones de Estados Unidos. Sería algo similar a lo que ocurrió en el primer mandato de Trump, cuando inició una guerra comercial con China, país que perdió, por los aranceles de Trump, 7 puntos porcentuales en la participación de las importaciones de Estados Unidos, de los cuales México ganó 2 puntos porcentuales. Ahora la “guerra comercial” no es solo con China, sino con el mundo, por lo que México podría ganar todavía mayor participación, si el gobierno de nuestro país convence a Trump de los beneficios del comercio regional.

Dos puntos serán de suma importancia. Primero, con los aranceles de Trump la economía de Estados Unidos se va a desacelerar o va a caer en recesión, por lo que el tamaño del pastel a repartir en el comercio y sobre el cual México puede ganar participación de mercado podría ser menor. Segundo, si Trump se queda en la intransigencia, es posible que las empresas y gobiernos se cansen y opten por aceptar la nueva realidad. Con esto, esperarían 3 años a que salga Trump para tratar de negociar con un nuevo presidente en Estados Unidos. Este último escenario sería muy negativo para todo el mundo, incluyendo Estados Unidos.

Por Gabriela Siller Pagaza / Análisis Económico Banco Base

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