La semana pasada se produjo un evento económico que ha generado asombro, desconcierto y controversia en los círculos financieros y económicos de México. El jueves 8 de agosto, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió reducir la tasa de interés de referencia en 25 puntos base, pasando de 11% a 10.75%. Esta decisión se tomó en un contexto de creciente inflación, la cual se dio a conocer el mismo día por la mañana. A primera vista, esta acción parece contradecir los principios básicos de la política monetaria tradicional. ¿Por qué ocurrió esto?

En su comunicado, Banxico destacó que “las expectativas de inflación general para el cierre de 2024 se incrementaron” y que “el balance de riesgos respecto de la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico se mantiene sesgado al alza.” Entre los riesgos al alza mencionados se encuentran:
1. Persistencia de la inflación subyacente.
2. Mayor depreciación cambiaria.
3. Mayores presiones de costos.
4. Afectaciones climáticas.
5. Escalamiento de conflictos geopolíticos.
Por otro lado, entre los riesgos a la baja se señalaron:
1. Actividad económica menor a la anticipada.
2. Menor traspaso de presiones de costos.
3. Efecto de la depreciación cambiaria sobre la inflación menor al esperado.
Ante este panorama, surge una pregunta inevitable: ¿por qué la Junta de Gobierno optó por bajar la tasa de interés en lugar de mantenerla o incrementarla? La clave puede estar en la desagregación de la inflación. El aumento reciente en la inflación está siendo impulsado principalmente por el componente no subyacente, que incluye bienes y servicios con alta volatilidad. En contraste, la inflación subyacente ha mostrado una tendencia decreciente durante los últimos 18 meses consecutivos. ¿Es posible que la reducción de la tasa de interés esté justificada por esta moderación en el componente subyacente?

Desagregando la inflación por componentes, observamos que agropecuarios y de tarifas energéticas gubernamentales están presionando al alza significativamente a la inflación no subyacente.

Otro aspecto para considerar es el impacto que esta decisión tendrá en el costo financiero de la deuda pública del gobierno federal, que se verá reducido. Además, la disminución de la tasa de interés podría tener un efecto expansivo en la economía. ¿Será que la Junta de Gobierno busca reactivar la economía y ayudar al gobierno federal a través de esta medida?
Finalmente, según la teoría económica, una reducción en las tasas de interés debería disminuir la atracción de inversiones en la moneda local, lo que podría llevar a una depreciación del peso frente al dólar. Sin embargo, en este caso, ocurrió lo contrario. La reciente evolución de los mercados financieros a nivel global ha llevado a una apreciación considerable del dólar, especialmente en relación con el peso mexicano.
Los sucesos de la semana pasada nos llevan a la reflexión y a analizar a mayor detalle los indicadores económicos nacionales.
¡La vida es mejor con datos!
Por Luis Federico Puente
Director general de Datamétrica (@DatametricaMX)
“Transformamos datos en estrategias de crecimiento empresarial”
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