Economía colaborativa, ¿dónde estamos?
El auge de marcas con plataformas de economía colaborativa encontró en 2014 su mayor aceptación en México. Los consumidores encontramos empresas disruptivas que evidenciaron servicios públicos y regulaciones de mala calidad y arcaicas, y ofrecieron nuevos y atractivos modelos de negocios que expandieron la capacidad de destinar nuestras propiedades a un uso y beneficio que […]
El auge de marcas con plataformas de economía colaborativa encontró en 2014 su mayor aceptación en México. Los consumidores encontramos empresas disruptivas que evidenciaron servicios públicos y regulaciones de mala calidad y arcaicas, y ofrecieron nuevos y atractivos modelos de negocios que expandieron la capacidad de destinar nuestras propiedades a un uso y beneficio que originalmente no habíamos concebido. Sin duda, entre mayor era el retraso y deterioro de servicios públicos, más atractiva y visible era la oferta de productos innovadores que ampliaban la satisfacción de los consumidores.
En estos tres años hemos sido testigos de cuatro importantes transformaciones: en el Estado, en los consumidores, en las empresas y en los mercados. El primer caso ha sido muy interesante, pues los tres niveles de gobierno han encontrado soluciones regulatorias diferentes, en algunos casos contradictorias, en las que no ha sido posible desmantelar una visión clientelar y recaudatoria. Asimismo, contamos con un sistema federal, en donde los gobernantes locales parecen tener mayores incentivos para torpedear la innovación, que en generar crecimiento y desarrollo, mediante soluciones en las que todos podamos ganar. Los consumidores, inicialmente enamorados, comenzaron a lamentar algunos efectos del modelo de negocios, como precios y oferta dinámicos, los cuales no fueron adecuadamente informados originalmente por las marcas. Las empresas comenzaron a ser rehenes de su éxito y expansión, pues fueron incapaces de mantener controles de calidad en los servicios o enfrentaron de manera inadecuada crisis de usuarios, lo que en ambos casos afectó su propia reputación y credibilidad. Finalmente, el entorno de mercados como los de transportación y hospedaje de corto plazo han cambiado considerablemente, gracias a estas plataformas disruptivas. En este contexto resulta muy interesante revisar las conclusiones de un reciente estudio de la Comisión Federal de Comercio de EUA (FTC, por sus siglas en inglés), quien convocó a un análisis y debate con agentes de perfiles plural.
La FTC reconoce a la innovación y disrupción como motores de largo plazo en el crecimiento del bienestar del consumidor, mismos que solo en condiciones de competencia se generan los incentivos para enfrentar los altos costos de innovar en nuevos productos y servicios. Asimismo, la innovación disruptiva perfila mercados más dinámicos, lo que a su vez obliga a un ajuste continuo de regulaciones. En el terreno que nos encontramos, observamos plataformas que aprovechan los avances tecnológicos del internet y smartphones reconfigurando cómo los productos y servicios son provistos. PwC estima que solo cinco sectores de la economía colaborativa generaron 15 billones de dólares de ingresos en todo el mundo en 2013 y que para 2025 esta cifra aumentará a 335 billones. Detrás de este éxito se encuentran empresas como Uber y Airbnb quienes en menos de una década tienen un valor de 62.5 billones de dólares y 25.5 billones, respectivamente.
Uno de los temas abordados por este estudio es la forma sobre cómo las plataformas pueden facilitar la entrada de pequeños negocios, al brindarles los medios para que de manera eficiente puedan alcanzar a los consumidores a gran escala. Lo anterior, pues permite inversiones reducidas de capital para entrar al mercado, reduciendo barreras de entrada y el costo total del servicio. Asimismo, estas plataformas permiten al proveedor identificar los períodos donde brindarán el servicio, en particular cuanto estos tienen subutilización o cuando la demanda es mayor.
La FTC también abordó un aspecto clave, que a veces olvidamos en países donde priorizamos la regulación rígida: la importancia de mecanismos de confianza y cómo estos pueden promover mayor satisfacción entre comprador y vendedor. Lo anterior cobra relevancia, pues se trata de modelos de negocios en donde quienes brindan el servicio normalmente no son profesionales, lo que a su vez atrae proveedores de baja calidad a estos mercados, potencialmente expulsando a los de mayor calidad. Este problema ha obligado a las empresas a implementar medidas de confianza, como sistemas de reputación y calificación, incentivando la buena conducta de los participantes en la plataforma. Este aspecto es muy relevante, pues es la base para que la FTC haya señalado en otras ocasiones que mecanismos robustos de autorregulación contribuyen a un adecuado desarrollo del modelo de las plataformas, pues permiten una respuesta más rápida y eficaz que la misma regulación gubernamental.
El análisis de la regulación de la economía colaborativa fue un tema central de la FTC. El lado positivo es la implementación de medidas adecuadas para proteger consumidores, promover seguridad pública y cumplir con otras metas gubernamentales. Por el otro lado, innecesaria regulación puede congelar la innovación disruptiva asociada con las plataformas de economía colaborativa (como el elevar barreras de entrada o aumentar costos de operación) y con esto reducir los reales beneficios al consumidor que normalmente aumentan cuando nuevos competidores entran al mercado. Aquí la ventaja es que la FTC, como lo hizo la COFECE en México, emitió una serie de recomendaciones sobre los principios regulatorios que permiten equilibrar políticas de competencia con metas regulatorias, como es el caso de la protección de los consumidores, en donde las regulaciones deben diseñarse que de tal manera que no sean más restrictivas que lo necesario para cumplir dichos objetivos. Expertos han advertido sobre el dinámico y vertiginoso ritmo de la economía colaborativa y lo impredecible de la innovación, por lo que la regulación deberá ser sometida a ajustes, por lo que se recomiendan medidas flexibles.
En este sentido, las principales preocupaciones de los expertos se han centrado en encontrar soluciones regulatorias que protejan la salud, privacidad y de seguridad de los consumidores de estos servicios. Por supuesto que el debate es muy tenso entre los proveedores tradicionales que exigen que las plataformas cumplan con sus mismas regulaciones, mientras que éstas afirman que también aplican mecanismos de control sobre sus proveedores, lo cual se complementa con los sistemas de calificaciones antes descritos. Por supuesto que uno de los aspectos más álgidos es el trato fiscal o de pago de derechos y comisiones que estas empresas enfrentan.
Estos son los principales aspectos que fueron debatidos y analizados bajo la conducción de la FTC, en donde prevaleció el interés de fortalecer los mercados, apuntalar la competencia y salvaguardar los derechos de los consumidores. Este ejercicio está ausente en México. Las regulaciones que en su momento se plantearon como urgentes, en realidad hoy distan de tener una aplicación clara, equitativa y que genere certidumbre jurídica. Los mismos retos y oportunidades que se analizaron en la FTC pueden replicarse en México y por eso debemos atenderlos para hacer una evaluación de dónde estamos y qué nos permitirá avanzar. En nuestro país agregaría un reto adicional: la corrupción y el clientelismo político. Las regulaciones desarrolladas en principales ciudades a lo largo del país carecen de medidas para transparentar y divulgar los avances del cumplimiento regulatorio y de generar condiciones de equidad entre los participantes y certidumbre de los usuarios. Esta situación es muy delicada, pues inhibe la entrada de nuevos participantes, dado que la corrupción se convierte en una barrera de entrada. Este tipo de plataformas, al ser disruptivas, se encuentran en una zona gris entre la legalidad y la ilegalidad, por lo que frente a autoridades corruptas o arbitrarias, corren el riesgo de ceder ante medidas que les convienen para resolver sus necesidades de corto plazo, pero impiden generar una buena práctica empresarial, y les convierten en nuevas clientelas de esos gobernantes. Por tanto, urge tomar medidas de evaluación de estas regulaciones en nuestro país y principalmente enfocar el enorme riesgo de la corrupción.
Posdata: En este entorno resulta muy interesante la acción emprendida por la misma FTC contra prácticas indebidas de Uber en materia de privacidad y protección de datos personales. En efecto, la autoridad identificó que Uber realizó declaraciones falsas sobre el supuesto monitoreo cercano al acceso de la información personal de los consumidores. Asimismo, la FTC acusó a Uber de fallar en cumplir su promesa de brindar seguridad razonable sobre los datos personales de los consumidores. Sin duda es un tema muy delicado, sobre el cual esperemos en México el INAI esté muy atento de que esa mala práctica no se replique en perjuicio de nosotros los consumidores.
Bernardo Altamirano Rodríguez
@beraltamirano
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