La inteligencia artificial (IA) está revolucionando diversos sectores, y los procesos electorales no son una excepción. De hecho, se prevé que, en México, se implemente esta tecnología en los comicios de 2023.
Lo anterior, porque tiene potencial para mejorar la eficiencia, la transparencia y la participación ciudadana, lo que ha generado gran interés entre autoridades electorales, políticos y académicos.
De hecho, SAS, empresa de Inteligencia Artificial y Analítica Avanzada de datos, resaltó su capacidad para modernizar los procesos electorales del país y de todo el mundo.
De acuerdo con la firma, su implementación puede producir una “limpieza” de los propios protocolos, pues, al analizar grandes volúmenes de datos, se pueden detectar patrones anómalos en el registro de votantes, la votación y los resultados, lo que permite a las autoridades tomar medidas proactivas contra el fraude.
También puede combatir la desinformación que circula en redes sociales durante las campañas, garantizando que los votantes basen sus decisiones en información verídica, así como generar registros auditables de cada paso del proceso, desde el registro hasta el conteo de votos.
En ese sentido y, a unos días de las elecciones presidenciales, SAS recordó que para México se prevé que la implementación de la infraestructura de la IA para los procesos electorales será paulatino, aunque “puede que no estemos tan alejados de vivirlo”.
De hecho, de acuerdo con Yuri Rueda, domain expert de Fraude para SAS LATAM, es posible que en las próximas elecciones presidenciales –de 2030– podríamos ver a la IA en pleno uso para el reconocimiento del padrón electoral a través del reconocimiento de las huellas digitales de los votantes u otros datos biométricos para ingresar a las urnas, así como la detección de irregularidades en boletas de personas ya fallecidas, por ejemplo.
Lo anterior sería muy relevante, considerando que la aplicación de esta tecnología aporta a la seguridad y transparencia de los comicios, ya que puede optimizar la ubicación de centros de votación en función de la población y las características demográficas. También permite gestionar de manera más eficiente el registro de votantes, identificando posibles errores o inconsistencias.
Igualmente, puede brindar información y asistencia personalizada a los votantes, respondiendo a sus preguntas y resolviendo sus dudas de forma rápida y precisa. Incluso, puede servir para capacitar a los funcionarios electorales en el uso de nuevas tecnologías y procedimientos.
¿Qué hace falta?
Según Rueda, la digitalización es fundamental, es decir, digitalizar datos biométricos como las fotografías, huellas dactilares y demás datos que utiliza el INE para dar de alta a los ciudadanos y validarlos con información de otras instituciones como el seguro social, registro civil, buró de crédito para contrastar la información entre bases de datos y evitar irregularidades.
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Asimismo, se requiere actualizar el proceso de votación para que sea electrónico, pues es más fácil cometer fraude si el proceso de votación es físico, pues se pueden alterar boletas, desaparecer urnas, alterar los datos de los votantes, etc.
“Contar con diferentes insumos electrónicos para la validación de las personas permitiría que el proceso fuera auditable, real y sustantivo”, resaltó.
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