Derivado de la mayor inclusión de la tecnología en el fútbol, los clubes se han convertido en un objetivo muy atractivo para los ciberdelincuentes, quienes aprovechan la gran cantidad de datos sensibles que manejan estas organizaciones, así como la amplia base de fanáticos que poseen, para obtener beneficios económicos.

Uno de los ataques más sonados fue el que afectó al Manchester United, a finales de 2020. El propio equipo inglés emitió un comunicado confirmando que fue víctima de un grupo de ciberdelincuentes.

Éste, no fue el único caso. Su archirrival, el Manchester City, también fue víctima de una filtración de datos, puntualmente de su base de datos de scouting mundial, durante el año 2013.

Otro caso reciente fue el protagonizado por la Real Sociedad. El 18 de octubre de 2023, el club de fútbol de San Sebastián confirmó haber sido víctima de un ciberataque mediante un escueto comunicado.

El incidente afectó servidores que almacenaban datos sensibles como nombres, apellidos, direcciones postales, casillas de correo electrónico, números de teléfono y hasta cuentas bancarias de sus abonados y accionistas.

Ante esta situación, sugirió a los afectados y afectadas que revisen sus cuentas, por si se produjeron movimientos extraños.

Igualmente, el Paris Saint Germain fue víctima de un ciberataque en abril de este año. En el caso del equipo parisino, el ataque afectó principalmente a su sitio web y al sistema de venta de entradas para los partidos. El club se contactó de manera inmediata con las personas de su base de datos con el objetivo de informarles sobre el incidente y para confirmar que no hubo grandes consecuencias.

Consecuencias pueden ser muy peligrosas

De acuerdo con ESET, compañía líder en detección proactiva de amenazas, ataques como los que ya sufrieron algunos equipos pueden tener consecuencias muy graves, no sólo para los propios clubes, sino también para sus seguidores

Entre los daños más fuertes resalta la afectación a la reputación del club. A la pérdida de la confianza que puede derivar en la no concreción de acuerdos de patrocinio.

También puede haber pérdidas financieras directas: desde el pago de rescate si fue infectado con ransomware al impacto económico que puede representar la restauración de los sistemas después de sufrir un ataque, o la imposibilidad de vender entradas o coordinar partidos.

Además, puede haber represalias legales, ya que una filtración o violación de datos personales darían lugar a importantes multas o demandas por parte de los damnificados.

En el plano futbolístico, representaría una ventaja deportiva muy relevante el hecho de que se filtren tácticas, estrategias, informes de scouting de jugadores o datos sensibles vinculados al rendimiento de cada integrante del plantel.

 “Así como en otras industrias, la integración de la tecnología con el fútbol produjo transformaciones más que positivas, las cuales impactaron no solo sobre el terreno de juego, sino en dinámicas de las estrategias de gestión, el rendimiento de los jugadores y hasta en la experiencia de los aficionados.

Ante este novedoso panorama, los clubes que ponen en práctica estas innovaciones también deben prestar atención a los desafíos vinculados a la ciberseguridad.

Tener a la seguridad de su información y sistemas como prioridad es tan clave como fichar al jugador de moda en el mercado de pases”, expuso Gutiérrez Amaya, jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica.

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