“La incertidumbre económica y financiera a nivel mundial, derivada principalmente de la desaceleración de China y del desplome de los precios del crudo, han aumentado el riesgo para la economía estadunidense y justifica un ritmo de alzas en las tasas de interés más lento”, estas fueron las palabras de la titular de la Reserva Federal, Janet Yellen, hace unos días en una conferencia en Nueva York. La titular del Banco Central de EUA reconoce que los riesgos internacionales podrían limitar el ritmo de crecimiento para la economía norteamericana y por lo tanto tendrán que ser más cautelosos al momento de apretar la política monetaria. Lo anterior ha generado una disminución de las probabilidades de alza antes del primer semestre de este año, y con ello los mercados accionarios, en su mayoría han reaccionado de manera favorable, aunque  podría ser sólo de muy corto plazo. La señal de continuar con tasas bajas, significa que la economía en EUA no está tan fuerte como se esperaba y que el contexto global sí termina por limitar la tan ansiada recuperación. Los datos económicos en EUA continúan siendo mixtos, por un lado, la economía se muestra creciente, un mercado laboral fuerte, e incluso la inflación se ha acelerado pese a la caída en los precios de los energéticos, alejando los temores de deflación. No obstante, los salarios continúan sin repuntar manteniendo niveles por debajo de los registrados precrisis, y éste será un punto importante a tomar en cuenta por parte de la FED en los meses subsecuentes. Adicionalmente, el crédito al consumo ha comenzado a descender, la inversión empresarial no se ha recuperado y la fortaleza del dólar ha provocado una caída en las exportaciones. De esta forma, la recuperación en EUA, motor del crecimiento global (y de nuestra economía en particular), parece aún no llegar con la fuerza que se requiere. Pese a lo anterior, y después de iniciar el año con el pie izquierdo ante la incertidumbre provocada por China, los mercados han repuntado fuerte en los últimos meses. Desde mediados de febrero a finales de marzo, el DJ ha subido 13 % y el S&P’s 11 %. Los mercados emergentes también han repuntado de manera considerable, el Bovespa de Brasil y el IPyC de nuestro país cerca del 35 % y 15%, respectivamente, ante la expectativa de menores alzas en las tasas de interés y mejores precios de los commodities, particularmente en los precios del petróleo que han subido desde sus mínimos cerca de un 50 %, ante la expectativa de llegar a un acuerdo de congelamiento en la producción de petróleo a mediados de este mes, por parte de miembros y no miembros de la OPEP. La realidad es que nada ha cambiado, excepto el ánimo de los participantes que se ha traducido en una elevada volatilidad, por lo que no descartaría que en las próximas semanas veamos un ajuste en la mayoría de los mercados, corrigiendo el fuerte optimismo de días recientes, que se dio posterior al elevado pesimismo con el que iniciamos el año. La desaceleración en China llegó para quedarse, ha comenzado su etapa de transición de menor ritmo de crecimiento. El ciclo de los commodities terminó y con ello, mercados emergentes dependientes tendrán que modificar sus estrategias de crecimiento. En Europa el crecimiento es lento, permanece el riesgo de deflación y la política monetaria parece tener menor efecto en su economía, aunado a ello, los recientes temores de mayor terrorismo y la crisis de inmigrantes podrían limitar aún más su crecimiento, además, por si fuera poco, el debate de Reino Unido si se mantiene o no dentro de la Comunidad Europea continuará generando nerviosismo en la zona. Para EUA, además del entorno económico, se suma la incertidumbre política. En la región de América Latina, nada ha cambiado en las crisis económicas, políticas y sociales de países como Brasil, Venezuela, Argentina y Colombia. De hecho, es de esperarse que en los dos primeros las condiciones empeoren  durante el año. Localmente, aunque las medidas recién implementadas por las autoridades de recorte al gasto, alza en tasas y modificaciones en la subasta de dólares, han ayudado a las expectativas de mantener las finanzas públicas sanas, continúan los riesgos al crecimiento, además de posibles presiones inflacionarias ante la volatilidad del tipo de cambio, pero sobre todo al papel que adoptará el Gobierno para apoyar a Pemex. De hecho, hace unos días la agencia calificadora Moody´s cambió la perspectiva crediticia de México de estable a negativa, ratificando su calificación en A3. La decisión se da, luego de la baja a la calificación de Pemex en los últimos meses. Dicha decisión obedece a los retos que el país enfrenta en términos de consolidación fiscal y estabilización de la deuda, en un contexto de menor crecimiento y menores precios del petróleo, así como por la carga fiscal que implicaría un eventual apoyo a Pemex ante la complicada situación que vive la empresa. Lo anterior ha incrementado la posibilidad de una baja de calificación del país durante los próximos 24 meses. Adicionalmente, en términos de valuación, el mercado accionario se encuentra en máximos históricos y las valuaciones son poco atractivas. En los próximos días conoceremos los reportes corporativos al 1T16, cuyas cifras podrían reflejar la difícil situación económica tanto local como global. Así pues, no queda más que “abrocharse los cinturones” porque después del respiro observado en las últimas semanas, la volatilidad podría regresar.