Una derrota del candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, “no puede descartarse”, señala un artículo de The Wall Street Journal, medio que además indicó que, de suceder, el aspirante presidencial “no reaccionaría bien”. Refiere en su artículo “La elección de México está en juego” que, aunque lleve 10 puntos de ventaja, muchos mexicanos aún tienen la esperanza de que sea derrotado, pues lo consideran un mal perdedor por su actuar en elecciones pasadas.
“Si esta vez es derrotado, después de que a sus seguidores se les dijo que ya tenía un pie en la presidencia, no reaccionaría bien. Incluso el diario español El País, que en un análisis del 3 de junio asignó una alta probabilidad de victoria para AMLO, admitió que no está garantizada”, apunta.
El diario destaca que hay mucha incertidumbre en torno al posible resultado de los comicios, y que un problema que tienen los encuestadores para tener una idea clara de las preferencias del electorado es la gran cantidad de hogares mexicanos que se niegan a participar en ellas.
“Agregando el voto indeciso, que ocupa al menos un 10 por ciento en la mayoría de las encuestas y por encima del 30 por ciento en algunas; al asignar votos indecisos a los candidatos de forma proporcional, algunos encuestadores pueden estar distorsionando la imagen”, indica.
Detalla que los partidarios de López Obrador son una base dura y es poco probable que sean indecisos, mientras que muchos oponentes planean apoyar a quien parezca capaz de vencer al “demagogo de izquierda”. El artículo manifiesta además que muchos mexicanos pueden estar indecisos, pero no están contemplando votar por López Obrador y esto debido a su estilo autoritario.
“Las probabilidades hoy favorecen a AMLO. Pero el voto que hizo a Donald Trump presidente de Estados Unidos, el Brexit y el referéndum colombiano sobre el acuerdo entre el presidente Juan Manuel Santos con el grupos terrorista de las FARC sorprendió a todos los encuestadores. Una derrota de AMLO no puede descartarse”.
Resalta que López Obrador está lejos de ser el antídoto contra la corrupción, ya que su propio historial está manchado, y tiene dificultades para transparentarlo.
“Por ejemplo, la construcción del segundo piso en la Ciudad de México, cuando fue jefe de Gobierno de 2000 a 2005, cuando se dieron muchos contratos sin licitación”.
(Con información de Notimex) erc