Las conferencias de prensa de todas las mañanas del presidente Andrés Manuel López Obrador, mejor conocidas como las “mañaneras”, no son actividades de rendición de cuentas, sino que en realidad se trata de “rituales de propaganda política”.
De esta forma, Luis Antonio Espino, experto en comunicación estratégica, define a las presentaciones diarias del mandatario mexicano desde Palacio Nacional y que se han convertido en uno de los pilares de la política de comunicación de la actual administración, que se autoproclama como la “cuarta transformación” de México.
En entrevista, Luis Antonio Espino explica que la política de comunicación de López Obrador —que no tiene precedente en la historia contemporánea de México— puede clasificarse como “comunicación populista”, que se caracteriza por cuatro aspectos principales.
Simplicidad: López Obrador o AMLO simplifica los problemas del país, al hacer ver que son la expresión de una “lucha épica entre el bien y el mal”, y que “él puede resolver todos los problemas”, solamente con “dar órdenes” o “instruir a los funcionarios”.
Inmediatez: el mandatario da la impresión que “gobernar es fácil e inmediato”, que “se pueden resolver conflictos en vivo” ante los ojos de todos. Por ejemplo, en las conferencias, López Obrador pide que se publiquen expedientes de asuntos judiciales en curso.
Fantasía de la “transparencia radical”: cuando un personaje aparece en público constantemente y repite los mismos mensajes, frases, chistes o anécdotas, la gente se familiariza con él y piensa que ya lo conoce bien. “Esa es la fantasía de la transparencia”, advierte Espino.
Autenticidad: mientras los políticos tradicionales siguen reglas de cómo hablar, como vestirse, qué cosas decir y qué cosas no, los líderes populistas “no tienen miedo de mostrarse como son” e incluso “hacen ostentación orgullosa de sus defectos”.
De esta forma, el líder populista como López Obrador y otros más, como el exmandatario estadounidense Donald Trump y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, logran establecer una relación emocional con sus seguidores, más allá de convencerlos sobre sus ideas y propuestas de gobierno.
Con base en esta conexión emocional, el líder populista conmina a sus seguidores a “enfrentar juntos” a los “enemigos”, entre los cuales se identifican a los opositores o los personajes o instituciones que ataque ese líder.
Luis Antonio Espino es autor de libro “Andrés Manuel López Obrador, el poder del discurso populista” en el que analiza la imagen pública del mandatario y su política de comunicación, la cual reconoce que ha sido muy eficiente, ya que el presidente mexicano no ha perdido respaldo social en sus primeros tres años de gobierno.
En la entrevista, el experto considera que el mandatario y sus funcionarios han “sustituido la comunicación de Estado con propagada de un grupo político”, de ahí que los mensajes no buscan informar, ni rendir cuentas, sino promover a López Obrador y a su gobierno.
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Luis Antonio Espino también destaca que en el modelo de “comunicación populista”, es fundamental crear “etiquetas” para denominar conceptos que son de interés para el líder y su administración y que sean fáciles de identificar para el público.
De ahí que este gobierno se autodenomina como la “cuarta transformación” de México o 4T, que se asume como un movimiento de cambio social a la altura de la Independencia o la Revolución Mexicana.
Los riesgos de este tipo de políticas de comunicación y de discurso político son muchos para la democracia, los ciudadanos y la solución de los mismos problemas que enfrenta el país, advierte el experto.
Uno de esos riesgos consiste en que la etiqueta de la 4T “privatiza” las instituciones del Estado, como la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) o la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
“Con la etiqueta de 4T se expropian en el imaginario público las instituciones del Estado y los seguidores dan por válido que el presidente encabece la cuarta transformación”, considera Espino.
Otro riesgo está en que la “espontaneidad” del líder populista le permite atacar a la oposición, a los empresarios, las organizaciones civiles o cualquier otro agente que no piense como él, lo cual deteriora la civilidad en la convivencia política de un país, concluye el experto.
GC