Parece que los ánimos se están calentando de nuevo entre Reino Unido y la Unión Europea por el tema del Brexit.
En el marco de la reunión del G7, el primer ministro inglés, Boris Johnson, se lanzó en contra de sus colegas europeos, amenazando con dificultar la de por sí rocosa situación que viven ambos bloques tras su divorcio político y económico.
La mañana del sábado, el presidente francés Emmanuel Macron exigió a Johnson honrar lo pactado en el acuerdo del Brexit. El mandatario de Francia cerró el ultimátum advirtiendo que, de no ser así, la relación entre su país y Reino Unido podría volverse tensa.
Johnson respondió a Macron horas después, en una entrevista para la cadena Sky News, alegando que los líderes del bloque europeo son quienes están dificultando la relación post-Brexit.
“Creo que podemos solucionarlo, pero dependerá de nuestros amigos y socios de la UE entender que haremos lo que tengamos que hacer. Si el protocolo sigue aplicándose de esta manera, es obvio que no dudaremos en aplicar el artículo 16, como lo mencioné antes”, declaró el primer ministro.
Los problemas giran en torno al llamado Protocolo de Irlanda del Norte. La República de Irlanda e Irlanda del Norte son dos territorios políticamente separados; el primero es una nación independiente, y el segundo forma parte del bloque de Reino Unido, junto a Inglaterra, Gales y Escocia.
Entre ambas existe lo que se llama una “frontera suave”, en la que hay pocas barreras para el tránsito de personas y de bienes. Cuando Reino Unido aún formaba parte de la Unión Europea, mantener este arreglo fronterizo no era un problema. Sin embargo, con el divorcio de ambos bloques, se tuvo que llegar a un acuerdo para mantener el funcionamiento de esa frontera suave.
El artículo 16 mencionado por Boris Johnson da a ambas partes el poder para tomar acciones unilaterales respecto al Protocolo de Irlanda del Norte en caso de que el acuerdo genere “serias dificultades económicas, sociales o medioambientales que amenazan con ser persistentes o con afectar el comercio”.
Aunque el pacto quedó resuelto desde el año pasado, el Brexit sigue siendo un dolor de cabeza para los gobiernos de Reino Unido y de la Unión Europea. El acuerdo de separación tiene sus orígenes en un referéndum con resultados cerrados y controversiales en el que los ciudadanos de Reino Unido votaron para separarse del bloque europeo, al que veían como una amenaza a la soberanía del país y un lastre, si no económico, por lo menos político y cultural.
Después de la votación, fue necesario un prolongado proceso de negociaciones que le costó el puesto a la predecesora de Johnson, Theresa May. A casi cuatro años del referéndum original, el acuerdo de salida se firmó en enero de 2020.
Sin embargo, las fricciones persisten.
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