La economía de Estados Unidos mostró un mejor dinamismo al esperado en el tercer trimestre del año, al crecer 0.8% (trimestral), según los datos publicados por la Oficina de Estadísticas Económicas (BEA, por su sigla en inglés).
La mejora en el crecimiento se debió por un lado a la mayor inversión no residencial y al gasto de los consumidores, y también al aumento de las exportaciones, así como del gasto público de los Gobiernos federal y estatales y locales.
Estos aumentos compensaron la caída en la inversión residencial o de las importaciones.
La dependencia estimó además un avance anual del producto interno bruto (PIB) de 3.2% real, al tercer trimestre de 2022, aunque el del segundo trimestre disminuyó 0.6 por ciento.
Aunque la BEA resaltó que estos datos se han producido en un contexto marcado por dificultades como la elevada inflación y la subida de tipos de interés y fortalezas como la del dólar o el bajo desempleo, con estos mismos el país confirma que ha dejado atrás, al menos de momento, la temida recesión.


Por otro lado, la primera economía del mundo está viendo cómo las subidas de tipos empiezan a tener efecto en el principal enemigo a vencer, la elevada inflación, cuya tasa sigue bajando y se situó en 7.1% en noviembre.
En cualquier caso, el pasado 14 de diciembre, la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos determinó una nueva subida, aunque ralentizada con respecto a las anteriores, de los tipos de interés. La subida fue de medio punto, para situar los tipos en una horquilla entre 4.25% y 4.5%, en un nuevo intento para contener la inflación.
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En esa fecha, aunque el presidente de la Fed, Jerome Powell, anticipó que habrá nuevas subidas de tipos en el futuro y descartó que vaya a haber una recesión, el banco central ha reducido a medio punto su previsión de crecimiento del PIB para 2023.
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