La semana pasada en el llamado “Súper Martes” tomaron la delantera Donald Trump y Hillary Clinton, de los partidos Republicano y Demócrata, respectivamente. Estos partidos tienen diferentes enfoques sobre que la forma en que el gobierno debe intervenir en la economía. Los republicanos son, en general, partidarios de un gobierno pequeño, con gasto pequeño (dentro de lo que cabe) y consecuentemente, de impuestos de acuerdo al pequeño gasto. Su enfoque podría librar a Estados Unidos de las disputas sobre el incremento en el techo de la deuda, ya que tenderían a reducirla. Sin embargo, un menor gasto propiciaría una desaceleración en la economía en el corto plazo, aunque una mayor sostenibilidad de crecimiento en el largo plazo y un menor riesgo. Por su parte, los demócratas son partidarios de una mayor intromisión en la economía con un gasto grande y por lo tanto, de impuestos y deuda que solventen ese gasto. En el corto plazo la economía estadunidense seguiría creciendo a tasas de entre 2 y 2.5 % y ante la desaceleración de las exportaciones, por la apreciación del dólar y las menores compras de los chinos, es probable que tendieran a incrementar el gasto. El tema del techo de la deuda seguiría siendo recurrente. Sin embargo, esas son las visiones generales de los partidos. En lo particular, preocupa la visión del republicano Donald Trump, quien ha basado su discurso sobre la intolerancia y el odio, ganando con esto más votantes que sienten que tienen la esperanza de recuperar el nivel de vida que tenían antes de la crisis. Con lo anterior, parece que la historia se repite, ya que con la Gran Depresión Económica de los años 30 en Estados Unidos se afectó a otros países como Alemania que exportaba una gran cantidad de bienes hacia ese país. Lo anterior propició que en Alemania surgiera un líder que prometía recuperar el esplendor de la economía, a costa de quienes, se creía habían robado los empleos por ser inmigrantes. Así, el discurso de Donald Trump en contra de los mexicanos no es trivial, ya que algunos en Estados Unidos consideran que al no haber suficientes empleos, los inmigrantes fueron a “quitarles” oportunidades. Cabe destacar que si Donald Trump llega a la presidencia de Estados Unidos y aplica las medidas que ha dicho en conferencias de prensa, de aplicar impuestos a los artículos mexicanos y dar marcha atrás al Tlcan, tanto México como Estados Unidos se verían realmente afectados. En el caso de México, el 80 % de las exportaciones tienen como destino EUA y hay ciudades en las que la fuente de empleo es principalmente la industria maquiladora de exportación. Por su parte, en Estados Unidos el incremento en los precios de los artículos importados de México y la menor variedad de ellos disminuiría inmediatamente el bienestar. Asimismo, para las empresas que utilizan insumos mexicanos o que maquilan en México, subirían los costos, lo cual disminuiría las ganancias y seguramente también disminuiría su demanda de empleo. Además, el nivel de vida de los estadunidenses no regresaría a los niveles precrisis, ya que fue apoyado por políticas de otorgamiento de crédito no sostenibles en el largo plazo. Finalmente, con el discurso de odio de Trump, el turismo hacia EUA podría verse también afectado.