“Es prioritario modificar el orden cultural que ha determinado como deber de ellas asumir estos quehaceres por amor, solidaridad o compromiso, y por ser madres, esposas, hermanas o hijas. Debemos impulsar prácticas de corresponsabilidad para que los hombres también realicen estas actividades”.De igual manera, es necesario difundir la centralidad de estas labores y las consecuencias económicas de no remunerarlas. “Los adultos somos responsables de las conductas e ideas que transmitimos a las nuevas generaciones; si educamos en una lógica en la que todos los miembros de la familia compartan las tareas del hogar, formaremos ciudadanos que las asuman de manera equitativa”, concluyó. ct