Contrario al discurso oficial que promueve “el rescate” de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la política energética de este gobierno, que insiste en intervenir con las empresas estatales en todas las etapas de la industria energética, ha provocado el deterioro financiero y operativo de esas compañías, cuyas deudas y pasivos laborales pesan cada vez más en las finanzas públicas.

Mariana Campos Villaseñor, coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de la organización México Evalúa, advierte en entrevista que “irónicamente” la empresa más castigada ha sido la CFE –que dirige Manuel Bartlett Díaz— por sus bajos niveles de inversión y su presupuesto que se ha mantenido prácticamente igual.

Una situación muy diferente a la de Pemex, cuyo presupuesto sí ha crecido en este sexenio, debido principalmente a la construcción de la Refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco.

“La CFE tiene muy baja inversión. Lo que se ha invertido de la empresa, si lo calculamos por habitante en México, esta inversión ha sido de aproximadamente la mitad de los últimos 20 o 30 años (…) Sabemos por auditorías que es una empresa obsoleta, la mayor parte de su infraestructura está deteriorada y no adopta nuevas tecnologías”, asegura la experta.

Asimismo, la Comisión mantiene un modelo de negocio enfocado en participar en toda la cadena de producción y distribución de electricidad, en lugar de concentrarse en la parte del negocio en la que puede ser más competitiva.

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“Están ocupados en producir electricidad pero no son eficientes, las empresas privadas producen a la mitad del costo de CFE (…) Posiblemente, la empresa tendría que concentrarse en negocios donde pueda ser más productiva, como la distribución, pero se sigue peleando en generación donde ha quedado rebasada por la eficiencia de los privados”, agrega Campos Villaseñor.

Además, la compañía “ha tomado malas decisiones” en lo que se refiere al régimen de pensiones de sus trabajadores. La experta recuerda que, como parte de la reforma energética del sexenio pasado, se alcanzó un acuerdo con el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) para reformar su contrato colectivo de trabajo en materia de pensiones.

“El régimen era insostenible,  porque de entrada no estaba fondeado, planteaba jubilaciones imposibles de pagar, tanto que desde hace varios años CFE gastaba más en pago de pensiones que en inversión”, refiere Mariana Campos.

Sin embargo, a principios de la presente administración, “no se respetó el acuerdo” en pensiones y “se regresó al esquema anterior y, además, se hizo con pagos retroactivos”, alerta la experta.

Por si esto fuera poco, la presente administración no ha hecho lo necesario para sanear las finanzas de la CFE, ya que no recibe los mismos apoyos financieros que tuvo la compañía en los sexenios pasados.

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“A pesar de que se quiere robustecer el modelo estatal en energía eléctrica y que la participación de CFE sea monopólica, lo que vemos en la práctica irónicamente es lo opuesto. En la generación hay un abandono (por la falta de inversión y los altos costos de producción), en la transmisión igual. Hay un menor interés de que los balances después de las transferencias sean positivos, el gobierno le invierte menos recursos que en los gobiernos anteriores”, asegura la experta.

Mariana Campos recuerda que, precisamente para enfrentar la competencia con los privados, el gobierno anterior “cuidaba a la CFE”, porque una de las medidas que se tomó fue precisamente estabilizar las finanzas corporativas con la reforma al contrato colectivo de trabajo.

En su análisis, la experta considera que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha concentrado en una política energética “que no beneficia a la empresa”, por querer abarcar toda la industria eléctrica, en lugar de elegir ciertos negocios, no buscar asociaciones público-privadas para desarrollar nuevos proyectos y por tomar decisiones desfavorables como recuperar el esquema anterior de pensiones.

“Se necesita un gran trabajo de narrativa consistente, que implique mejorar la gobernanza, conformar una cartera de proyectos atractivos, eso le ha hecho falta a la CFE”, estima Campos Villaseñor.

En el caso de Pemex, la experta de México Evalúa refiere que igualmente adolece de un modelo de negocio más coherente, porque también es una empresa que abarca toda la cadena de su sector, esto es desde producción, distribución y venta de hidrocarburos.

Mariana Campos destaca que en un contexto de altos precios internacionales del petróleo, que han oscilado entre 80 y hasta 100 dólares el barril, Pemex no haya aprovechado la situación para sanear sus finanzas e impulsar su inversión en otros proyectos que no sean la Refinería Olmeca, que se inauguró hace unos meses, pero que todavía no produce combustibles.

Sorprende que, ante un buen precio del petróleo, veamos pérdidas, lo que se debe a varios factores. Desde 2005, Pemex comenzó a producir menos y vino en picada. Sin embargo, han crecido otras variables como la plantilla de empleados, lo cual indica que se pierde la proporción del negocio”, advierte la experta.

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La presente administración ha echado todas sus apuestas a la Refinería Olmeca, en aras de garantizar “la soberanía nacional” en el abasto de combustibles, pero su costo ha rebasado los planes del gobierno.

“Nos dijeron que la Refinería iba a requerir miles de millones de pesos adicionales, pero en 2022 ha gastado 100,000 millones de pesos más de lo estimado, esos números nos indican que hay un modelo de negocio equivocado”, considera la experta.

Pemex ha requerido de transferencias y subsidios del gobierno federal para mantener sus operaciones, lo cual no es nuevo, porque otros gobiernos también hicieron lo mismo. “Entre 2019 y 2021, la empresa recibió 566,000 millones de pesos de transferencias del gobierno; no obstante, Pemex continúa con pérdidas y un abultado endeudamiento”, refiere Campos Villaseñor.

Para mejorar su situación, Pemex también tendría que hacer cambios en su modelo de negocios, para enfocarse en las actividades más rentables, como extracción, y dejar el resto de la industria en manos de privados, como la refinación. Asimismo, la empresa tendría que hacer más inversiones en sus proyectos productivos y revisar sus pasivos laborales, en aras de ganar “oxígeno”, entre otras medidas, considera la experta.

GC