La Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC) asegura que el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a bebidas azucaradas fue una ‘mala idea’ en México, ya que solo ha afectado a los hogares de menos ingresos. Para argumentar su posición, la ANPRAC enlista 10 factores en los cuales ha afectado este gravamen:  
  1. El impuesto ha sido inflacionario
  2. El consumidor es quién paga el gravamen
  3. Su imposición ha sido ineficaz para disminuir el consumo
  4. Sólo ha resultado una medida recaudatoria
  5. Afecta a las familias más pobres
  6. Ha provocado sustituciones por otras categorías no gravadas
  7. Afecta a la economía de los mexicanos
  8. El fundamento del impuesto carece de argumentos sólidos
  9. Es ineficaz para la salud
  10. Tiene una carga fiscal alta
La ANPRAC refiere que este impuesto se fijó en otros países y no precisamente con buenos resultados. En Berkeley, California, refiere, se demostró que la medida no representó una reducción significativa en los índices de obesidad. El impuesto tuvo como resultado una baja mínima de tan solo 6.4 calorías en la ingesta diaria. Esto resulta poco significativo para un consumo de más de 3,600 calorías diarias por persona en la dieta de los norteamericanos, de acuerdo a la FAO. En realidad, dice, aumentó el consumo de calorías, ya que de acuerdo con los hallazgos de Popkin -uno de los autores del estudio realizado para esta ciudad y quien también participó en el estudio con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) en México-, hubo un aumento de 32 calorías por día debido al crecimiento en el consumo de bebidas no gravadas, como malteadas. Además el impuesto hizo que las personas compraran fuera de Berkeley para evitar el impuesto. En Filadelfia, comenta, el comportamiento al impuesto es altamente regresivo, ya que las familias con menores ingresos son los que pagan la mayor parte del impuesto, además de afectar a una gran parte de los establecimientos que venden este tipo de bebidas, pues los consumidores buscan hacer las compras en otras ciudades en donde el refresco no está tasado. Desde 2008, propuestas similares de impuestos a las bebidas saborizadas se han postulado en diversos estados y ciudades de Estados Unidos siendo rechazadas 43 veces en todo el país. En el estado de Maine se implementó un impuesto especial a bebidas y alimentos durante 10 años, el cual preveía combatir la obesidad, sin embargo, se estudió y se llegó a la conclusión de que la medida no ayudó a disminuir el Índice de Masa Corporal en la población. Otra experiencia internacional que refleja la ineficacia de este tipo de impuestos, se dio en Dinamarca, a finales de 2011. El país escandinavo aprobó un impuesto antiobesidad que aumentó la carga fiscal a la población. Entre los impactos que tuvo se encontraban:
  • La subida de precios que generó una inflación de hasta 4.7% en 2012.
  • La reducción de ventas en comercios locales y el desplazamiento de la población a países cercanos como Alemania y Suecia para realizar sus compras.
  • Menos de 7% de la población cambió sus hábitos alimenticios.
  • Las empresas de bebidas y alimentos del país se vieron obligadas a eliminar más de 1.300 puestos de trabajo.
En Colombia se debatió ampliamente la aplicación del impuesto a bebidas saborizadas, se decidió no aplicarlo, pues sería una medida regresiva –debido a que la población con menor ingreso, pagaría la mayor parte del impuesto-.
“En conclusión, la experiencia internacional muestra sólidos argumentos de que este tipo de impuestos no han servido para reducir los niveles de obesidad, este es una problemática multifactorial compleja que requiere soluciones desde diferentes áreas y niveles de gobierno, iniciativa privada y sociedad”, señala.
FFP