Las medidas antiinmigrantes que ha anunciado Donald Trump, presidente de Estados Unidos, particularmente la deportación de grandes masas de migrantes indocumentados, anticipan que no se cumplirán 100% por dificultades logísticas, la posible escasez de mano de obra que se provocará en la economía estadounidense y un posible repunte de la inflación.
De manera que no se espera un significativo aumento en la expulsión de mexicanos, ni una disminución drástica en la captación de remesas familiares en México, así lo anticipó la unidad de Análisis Económicos de BBVA México, en el deporte “Trump 2.0 deportación masiva: un evento de baja probabilidad”.
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En todo caso, si hubiera una caída de las remesas familiares —para el cierre de 2024 se calculan unos 65,000 millones de dólares (mdd)— se deberá más a una contracción de la actividad productiva de Estados Unidos y, en menor medida, a las políticas migratorias de Trump.
Actualmente, se estima la existencia de 12 millones de migrantes mexicanos radicados en Estados Unidos, cuatro millones de los cuales ya tiene la ciudadanía estadounidense, cuatro millones tienen documentos de residencia legal, mientras que 4.1 millones carecen de permisos para radicar en ese país, por lo que constituyen el “blanco fácil” de las políticas antiinmigrantes.
Pero hoy en día la economía de Estados Unidos se encuentra en situación de pleno empleo, es decir que la fuerza laboral en su mayoría tiene una ocupación o fuente de ingresos, con un remanente relativamente bajo de personas desempleadas.
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En este sentido, la ejecución de deportaciones en masa de extranjeros romperá el equilibrio del mercado laboral estadounidense y significará un duro golpe para las industrias intensivas de mano de obra.
Vinculado con lo anterior, la escasez de fuerza de trabajo provocará un aumento de los salarios y los costos laborales de las empresas, situación que indudablemente se reflejará en la tasa de inflación.
“Los sectores agropecuario y de construcción entrarían en contracción, más ahora que habrá una fuerte demanda de construcción de vivienda debido a los incendios en la ciudad de Los Ángeles (…) En este sentido, es difícil pensar que se implementará una política de deportaciones masivas que resultaría en un aumento permanente en la tasa de inflación al resultar en presiones significativas en los salarios”, refirió BBVA México en su reporte.
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Asimismo, el análisis recuerda que en su primera presidencia, de 2017 a 2021, Donald Trump igualmente aplicó una política migratoria estricta que dio como resultado la deportación de unos 300,000 extranjeros anuales, cifra menor al promedio anual de 400,000 personas que fueron expulsadas en el gobierno de su antecesor de entonces, Barak Obama.
Otro argumento de BBVA México para estimar que la deportación de mexicanos no será tan grave esta vez consiste en las dificultades logísticas para aprehender y expulsar a los migrantes, derivado de la dispersión de los migrantes dentro de territorio estadounidense y en los mismos hogares.
“Cerca de 70% de la población migrante no documentada reside en hogares con una composición migratoria mixta: ciudadanos estadounidenses por nacimiento, ciudadanos por naturalización, residentes permanentes, personas con algún alivio migratorio, personas con visa, entre otros”, destaca el reporte.
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Estadísticamente se calcula que uno de cada 20 hogares en Estados Unidos tiene, cuando menos, un integrante que es migrante indocumentado.
“Rastrear a todos (los migrantes) sería una actividad titánica que implicaría una revisión casa por casa que tendría altos costos fiscales”, agregó BBVA México.
Ante los inconvenientes de tipo económico, laboral y logístico, es probable que las deportaciones de migrantes mexicanos no exceda desproporcionadamente los registros del primer gobierno de Trump —de 2017 a 2021—, lo que tampoco afectará de manera significativa la llegada de las remesas.
BBVA México recuerda que en la primera presidencia de Trump, las remesas familiares hacia México crecieron más de 50%, al pasar de 27,600 mdd en 2016 a 41,700 mdd en 2020, lo que se explica más por la reactivación económica de Estados Unidos después de la crisis por el Covid-19, que por las políticas antiinmigrantes del gobierno norteamericano.
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Un elemento adicional que debe considerarse es que solo una tercera parte de los mexicanos radicados en Estados Unidos son inmigrantes indocumentados, de modo que aún cuando sean repatriados a nuestro país, los demás “paisanos” en Estados Unidos tendrán posibilidades de enviar dinero a sus familias porque son residentes legales.
“El principal factor que mueve la migración y las remesas es la economía de Estados Unidos. Por eso, en un contexto de una economía que crece a tasas por encima de su potencial y en que la tasa de desempleo está en su nivel natural, consideramos que las políticas antiinmigrantes de la administración Trump tendrán pocos efectos en las familias receptoras de remesas y en la economía de México”, concluyó el reporte.
Así que, en caso de que hubiera en 2025 o más adelante una disminución del flujo de remesas a nuestro país, se explicará más por el comportamiento de la economía estadounidense y de su mercado laboral y, en menor medida, por las políticas migratorias de Estados Unidos.
GC