Moody’s Analytics advirtió que la economía mexicana ha desarrollado desequilibrios interno y externo que aumentan su vulnerabilidad y podrían crear condiciones para un ajuste brusco si no se desactivan a tiempo.
De acuerdo con Alfredo Coutiño, director para América Latina en la unidad de Moody’s Corporation, los desequilibrios actuales han superado los niveles que detonaron la última gran crisis de fin de sexenio a finales de 1994, aunque las condiciones actuales son diferentes.
En un análisis, abundó que la economía mexicana comenzó a expandirse por encima de su capacidad potencial a mediados de 2022, mayormente impulsada por el consumo privado, el cual fue alentado por la prolongación de la política monetaria expansiva junto a las transferencias monetarias del gobierno, la política de aumentos al salario mínimo muy por encima de la inflación, y el creciente volumen de remesas del exterior.

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“La mayor presión del consumo llevó a la economía a un desempeño por encima de su capacidad productiva, lo cual derivó en una creciente brecha positiva del PIB desde la segunda mitad de 2022.
“La expansión de la demanda interna, mayormente ocasionada por la aceleración del consumo, agregó combustible a los precios internos e impulsó a la inflación hasta 8.7% en 2022. Sin embargo, el exceso de demanda interna fue sólo un resultado del exceso de liquidez monetaria en la economía más no la raíz del problema inflacionario”, mencionó.
Según el economista, como resultado de la continua aceleración de la absorción interna, en 2023 la economía se desempeñó a una velocidad de sobrecalentamiento, lo cual amplió aún más la brecha del PIB positiva, “aunque en un ambiente de condiciones monetarias en terreno restrictivo”.
“Consecuentemente, la economía ha desarrollado un desequilibrio interno creciente expresado en el exceso de demanda interna”, dijo el director para América Latina de Moody’s Analytics, el cual precisó que cuando una economía sufre un exceso de demanda por un periodo prolongado, la producción nacional no alcanza a satisfacer a la demanda interna, por lo que dicho exceso tiende a acomodarse tanto en inflación como en desequilibrio externo.
Por ello, abundó, no es extraño que la inflación muestre resistencia a bajar rápidamente y que el volumen de importaciones supere por mucho el de las exportaciones.
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“Así, la inflación terminó en 2023 con una tasa anual aún por encima del límite superior del rango establecido en 4%, mientras que el desequilibrio externo real alcanzó poco más de 7% del PIB en el tercer trimestre”, apuntó.
Coutiño acentuó que el creciente desequilibrio externo ha jugado un papel relevante en el fortalecimiento del peso mexicano, pues abarata el precio de las importaciones. No obstante, advirtió que su crecimiento también “aumenta la vulnerabilidad de la economía y genera un efecto de desplazamiento de la producción nacional”.
Finalmente, advirtió que el programa fiscal expansivo aprobado para 2024 podría agregarle más combustible a la demanda interna y aumentar el exceso de demanda con mayores consecuencias en la ampliación del desequilibrio externo, lo que podría incrementar aún más la vulnerabilidad de la economía mexicana.
“En un contexto en que los desequilibrios interno y externo ya superan los niveles alcanzados durante la crisis del peso de finales de 1994, es necesario que la política económica, fiscal y monetaria, redoble los esfuerzos para reducir la vulnerabilidad de la economía y evitar el riesgo de un ajuste económico precipitado“, concluyó.
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