Nuevamente tenemos un inicio de año turbulento. Las nuevas cepas del virus, la sugerencia de Trump de modificar los resultados electorales en Georgia, la violencia en el Capitolio y el segundo impeachment en menos de un año, reflejan que 2021 parece mucho más que una simple extensión de 2020. Como cada inicio de año, con la escasa visibilidad que existe, intento enumerar los principales factores de impacto para los mercados financieros en el año. La piedra angular del 2021 será el ritmo de recuperación económica. Se estima que el mundo crecerá poco más de 5%, (después de una contracción de 4.4% en 2020, según cifras del FMI), pero de manera muy heterogénea entre países. A pesar de que las vacunas han comenzado a aplicarse, el camino es largo y sinuoso, en especial para las economías emergentes, las cuales tienen un mayor reto por complicaciones de logística, la falta de controles en el sector salud y la baja eficiencia de los gobiernos para hacer frente a la pandemia. Aunado a esto, los contagios siguen subiendo mientras que las nuevas restricciones de movilidad retrasarán o alentarán la recuperación. La resiliencia de los mercados accionarios ante los choques de la economía real, la pandemia y los riesgos políticos, ha sorprendido. Desde los eventos en el Capitolio la semana pasada, los mercados accionarios globales han subido constantemente y el S&P500 marcó un nuevo máximo histórico. La liquidez está siendo la responsable del constante optimismo. El triunfo de los demócratas en Georgia, acerca una rápida implementación de las políticas de Biden y que se materialice una nueva ola de estímulos fiscales. Esto se suma a la elevada liquidez ya inyectada por los principales bancos centrales del mundo (más del doble de lo introducido en 2008-2009). Esto, sumado a la expectativa de repunte económico, mantiene a los mercados en la búsqueda de mejores rendimientos, favoreciendo el mercado accionario sobre el de deuda ante las bajas tasas de interés. Mientras estas condiciones se mantengan, los mercados accionarios y activos de mayor riesgo seguirán viéndose beneficiados. No obstante, existen dos riesgos contrapuestos: 1) que no se materialicen las expectativas económicas y que las utilidades de las empresas sean mucho menores de lo incorporado o 2) que los estímulos y la dinámica económica presione al alza la inflación y los bancos centrales se vean forzados a ir retirando los estímulos (esto sucedió en 2013, en el episodio conocido como taper tantrum, donde los mercados emergentes fueron los más golpeados ante la retirada de estímulos de la Fed). De momento todo parece “incorporado a la perfección”, lo que eleva la vulnerabilidad ante cualquier choque. ¿Están preparadas las economías emergentes para alguno de estos dos escenarios? Muy probablemente no y menos después del choque negativo de la pandemia. En México, estos factores globales de liquidez y optimismo sobre la recuperación han sido los responsables del rally en los mercados. Sin embargo, México se ve menos favorable entre los mercados emergentes dado el escueto papel del gobierno en la recuperación económica, el mal manejo de la pandemia, la limitación en las campañas de vacunación y las erráticas políticas que han mermado la confianza del inversionista (recientemente, la propuesta de cambio a la Ley de Banxico, la propuesta de eliminar los órganos reguladores, el freno a las inversiones en energías renovables, entre otras). Así, en el momento que el optimismo vaya reduciéndose ante cualquiera de los escenarios anteriores, los activos mexicanos podrían ser afectados con mayor fuerza. Aparte de la recuperación económica y los estímulos fiscales y monetarios, se presentan varios cambios políticos importantes en el año. Lo más inmediato es la inauguración de Joe Biden y sus primeros 100 días en la Casa Blanca. Dejando de lado las reacciones impulsivas de Donald Trump, Biden se enfrenta a un país altamente polarizado, con sed de cambio. Tendrá fuertes presiones tanto de republicanos como demócratas para actuar sobre la agenda legislativa y ver resultados inmediatos. En la segunda mitad del año, Angela Merkel termina su mandato tras 15 años como canciller, con las elecciones generales programadas para finales de septiembre, otro cambio en el liderazgo no sólo europeo sino internacional. Asimismo, no hay que dejar de lado, el papel más predominante de China en la escena internacional que seguirá expandiéndose. Las tensiones entre China y EUA se mantendrán, aunque claramente con un tono menos agresivo y posiblemente bajo un estandarte más diplomático y en búsqueda de aliados. Durante la primera mitad del año, los mercados seguirán siendo benevolentes a la espera de mayor información sobre el ritmo de reactivación económica, dejando de lado la estructura política. Sin embargo, es posible que la segunda parte del año se vea menos optimista conforme muchas expectativas comiencen o no a materializarse. Por Daniela Blancas Sígueme en Twitter: @danielovab            
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