El Congreso Mexicano del Petróleo 2021 permitió que escucháramos un poco más de la situación actual de Petróleos Mexicanos (Pemex) en voz de los directivos de la compañía. No solo fue el director general, Octavio Romero Oropeza, quien habló sobre los logros y desafíos más importantes de la empresa, también lo hizo el director de Pemex Exploración y Producción (PEP), Ángel Cid Munguía.
Poco sorprende que el hilo conductor de sus respectivos discursos se haya centrado en la restitución de reservas y en la producción de petróleo crudo. Los indicadores que miden el comportamiento de estas variables operativas de la compañía muestran un tímido incremento en la resituación de reservas 1P (aquellas que tienen una probabilidad de al menos 90% de comercializarse) y una precaria estabilización de la producción petrolera.
De acuerdo con ambos directivos, después de que entre 2007 y 2018 las reservas 1P registraron un descenso de 52%, a partir de 2019 a la fecha han aumentado, con la perspectiva de cerrar el 2021 con un incremento de 7.1% con respecto al 2018. En cuanto a la producción de petróleo, los ejecutivos explicaron que, desde el 2004 al 2018, este indicador registró una caída, misma que en 2019 se detuvo con una tendencia al incremento del 8.4% anual.
Sabedores de que una golondrina (en este cado dos) no hace verano, tanto Romero Oropeza como Cid Munguía reconocieron importantes desafíos que, sin lugar a duda, marcarán el rumbo de Pemex hacia el futuro. El primero de ellos es la abultada deuda financiera. El segundo tiene que ver con la declinación de su principal activo, Ku-Maloob-Zaap, y con la necesidad de incorporar nueva producción para compensar este declive.
Sobre el primer desafío, el director general reconoció que la deuda financiera pone en una situación de riesgo de quiebra a Pemex. En línea con lo anterior, habló de que, en el sexenio pasado, la deuda de la empresa se incrementó de manera dramática, al pasar de 1 billón de pesos a 2.2 billones de pesos. Por esta razón, dijo, de ahora en adelante no será Pemex quien se haga cargo de las amortizaciones de la deuda, sino que va a ser el gobierno federal el que haga frente a estas responsabilidades.
Vale la pena hacer un paréntesis en este tema para comentar que, según estimaciones de Moody’s, el apoyo del gobierno federal a Pemex en lo concerniente a este asunto representará un costo de entre 10 mil y 20 mil millones de dólares anuales, casi el 2% del PIB nacional. En consecuencia, la agencia calificadora ha argumentado que la estrategia de apoyo a Pemex que instrumenta el gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda, pone en riesgo las finanzas públicas.
En cuanto a la declinación del yacimiento Ku-Maloob-Zaap y a la necesidad de incorporar nueva producción para compensar su declive, el director de PEP mencionó que la compañía ha logrado reducir los tiempos desde el descubrimiento de un nuevo campo hasta el inicio de la primera producción. Explicó que entre 1980 y 2018 el tiempo promedio para alcanzar la primera producción en los campos de Pemex era de ocho años, contra un promedio actual de un año. Esto, de acuerdo con el Ing. Cid Munguía, ha permitido incorporar, de 2019 a la fecha, una producción de 273 mil barriles diarios (b/d) de petróleo de los nuevos desarrollos.
Lo cierto es que más allá de los cuestionamientos técnicos asociados con el manejo correcto de los campos, la estrategia de acelerar la producción en los nuevos desarrollos no ha sido suficiente para que Pemex pueda cumplir con sus metas de producción de petróleo. De esta forma, utilizando información de la propia compañía, se puede observar que en 2019 se planteó una meta de producción de 1 millón 707 mil b/d y solo se alcanzó un nivel de 1 millón 684 mil. En 2020 la meta se estableció en 1 millón 866 mil b/d y se concretó una producción de 1 millones 686 mil b/d. Este año la meta es de 1 millón 944 mil b/d y hasta el momento el promedio de producción se ubica en 1 millón 731 mil b/d.
Como puede observarse, la situación actual de Pemex está marcada por claroscuros. En este escenario de logros y formidables desafíos, bien vale la pena dejar un par de reflexiones. La primera de ellas es que debe reconocerse que en el manejo de esta compañía, a diferencia de lo que sucede con otras empresas públicas, no se percibe un aroma tan concentrado de ideología. La segunda es que las perspectivas de Pemex serían otras (desde luego unas mejores) si sus directivos aceptaran que los operadores privados pueden ser una buena cuña para complementar las actividades básicas de la compañía. Con esto se concluye que, aun cuando no hay un fuerte competente ideológico al interior de Pemex, aun faltan muchos dogmas por superar.
Por Arturo Carranza Guereca
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