Este lunes inicia el Parlamento Abierto para analizar y discutir la propuesta de reforma eléctrica del presidente Andrés Manuel López Obrador. El ejercicio contempla la realización de 19 foros que se llevarán a cabo del 17 de enero al 15 de febrero de 2022. Los aspectos que se abordarán giran en torno a 5 ejes temáticos que reafirman, más que la calidad misma del Parlamento Abierto, la profundidad del planteamiento propuesto por el Ejecutivo federal.
En tiempos donde la estridencia se ha convertido en la referencia del debate público, las y los diputados de la LXV Legislatura han catalogado al Parlamento Abierto como un ejercicio de participación inédito y trascendente. No queda claro si los ánimos que envuelven al cuerpo legislativo servirán para que la sociedad conozca un poco más de este tema que, a todas luces, resulta complejo y distante. Tampoco se sabe si los argumentos que escucharemos en los siguientes días modificarán las percepciones que las y los legisladores tienen sobre un asunto que parece lo suficientemente discutido.
En todo caso, de lo que no hay duda es de que la coalición legislativa del Ejecutivo no tiene los votos necesarios para aprobar la reforma constitucional por cuenta propia, ni en la Cámara de Diputados ni en el Senado. Para hacerlo, requieren del apoyo de algunos legisladores de oposición. De ahí que las discusiones de este ejercicio de participación pudieran significar una oportunidad para que Morena y sus aliados aprovechen la coyuntura para manejar los fervores que se susciten y negociar con ciertos legisladores de oposición la aprobación de la reforma eléctrica.
Tomando en cuenta la postura de las distintas fuerzas políticas, expresadas no solo en las conferencias de prensa del presidente sino también en la dinámica propia de los trabajos del Congreso y en el pujante acontecer local, es más probable que cualquier negociación se haga con el PRI, de manera particular con el PRI que representa el líder de los diputados de ese partido, Rubén Moreira. Este legislador, que actualmente preside la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, ha mantenido posiciones más conciliadoras con respecto a la Cuarta Transformación que cualquier otro líder de la oposición. A penas en diciembre pasado, por poner un ejemplo, declaró que su partido le había dado una patada al neoliberalismo que le impusieron desde el poder.
En cuanto a lo que se pudiera negociar, algunos ilusos han sugerido que el proceso electoral de mediados de este año pudiera servir como moneda de cambio. Si bien nadie habla de ceder gubernaturas, sí se menciona – con algo de ingenuidad – la posibilidad de negociar algún otro cargo que se votará el próximo 5 de junio. No obstante, considerando que el PRI llegará a este proceso electoral en una posición desdibujada, no se observa que Morena y sus aliados estén dispuestos a cederle alguna posición, por mínima que sea, a los priistas.
A lo mucho, el presidente López Obrador podría concederle a este partido la posibilidad de conservar la interlocución que desde la Cámara de Diputados mantiene con figuras clave de la Cuarta Transformación. Algo mínimo para un partido político con la historia del PRI pero que bien administrado le puede permitir no solo conservar su presencia nacional sino también construir una opción electoral inteligente de cara al 2024.
Por lo demás, resulta pertinente tomar en cuenta que los retos que enfrenta el Sistema Eléctrico Nacional no se resolverán desde la imposición de un discurso hegemónico. De hecho, la única manera de garantizar que el incremento futuro de la demanda eléctrica en México será cubierto de manera confiable y segura es a través de la colaboración entre el Estado y las empresas privadas, así como por medio de la participación de las distintas fuerzas políticos. Hay que decirlo con claridad: nunca será suficiente que una empresa o una persona decidan qué hacer y luego que lo hagan por cuenta propia.
Lo anterior viene a colación para recordar que las voces que se escuchen en el Parlamento Abierto serán fundamentales para marcar un mejor rumbo para el sector energético y para el país. Quizá no en una coyuntura marcada por antagonismos, pero sí en un futuro próximo cuando como sociedad caigamos en la cuenta de la necesidad de recuperar el tiempo perdido.
Por Arturo Carranza Guereca
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