Con el arranque de las precampañas comenzaremos a escuchar de los candidatos cuál es su visión de país; cómo administrarán nuestros recursos para que la educación sea de calidad; qué pretenden hacer para restaurar la seguridad pública y muchas otras ideas novedosas de diversos temas. Sin embargo, es necesario dejar atrás la mezquindad política de no apoyar al vencedor, pues de nada sirve que el ganador de las elecciones tenga las mejores propuestas si no cuenta con el compromiso de todos los actores políticos para ponerlas en marcha una vez iniciado su mandato. De acuerdo con los datos que hoy tenemos, el siguiente Presidente de la República llegará al cargo respaldado por alrededor de 35 por ciento del electorado y, en el mejor de los casos, el partido político que lo impulsó contará con el mismo porcentaje de representación en ambas cámaras del Congreso federal. Entonces, ¿cómo lograr que Pepe Presidente, Ricardo Anaya, Andrés Manuel o El Bronco puedan realizar la agenda legislativa para cumplir con sus promesas de campaña? Una opción es hacer, otra vez, un Pacto por México. Un documento donde se establezca la guía sobre lo que todos queremos para la educación, para la seguridad, para el trabajo, para los recursos energéticos de la nación, por decir algunos ejemplos. Este documento debe ser respaldado por todos los actores políticos, empresariales y de la sociedad civil organizada para que sirva como eje de nuestra identidad como nación libre y soberana. El pasado dos de diciembre de 2012, el Presidente Peña Nieto convocó a firmar el “Pacto por México”, que sería un espacio donde todos tendrían voz para proponer ideas y avanzar juntos al desarrollo de México. Sin embargo, aunque fue buena la idea, careció de la fuerza necesaria para ser respetada a lo largo del tiempo. En cuanto se tocaron temas trascendentales, las diferencias produjeron grietas que terminaron por romper ese pacto. Además, no pudo superar la prueba de las elecciones intermedias de 2015 donde los partidos políticos se recriminaron unos a otros, como bandera electoral, los temas que habían apoyado. Desafortunadamente, este problema lo enfrentamos hoy nuevamente, pues quienes resulten vencidos en la contienda del próximo 1° de julio, no respaldarán la agenda legislativa del triunfador sin entender que están saboteando el progreso de todos los mexicanos. Necesitamos, entonces, un documento que sea aprobado y apoyado por todos los mexicanos. ¿Por qué no nos apegamos al primer Pacto por México? Hablo de aquel promulgado el 5 de febrero de 1917 y que nos da a todos los mexicanos garantías individuales y hasta una forma de organizar al gobierno. ¿Por qué no dejar de inventar cosas? y mejor hacemos cumplir ese “Pacto por México” llamado Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.