Apuntaba Thomas Alva Edison: “Uno no puede comprar, rentar o contratar más tiempo. La oferta de tiempo es totalmente inelástica. No importa que tan alta sea la demanda, la oferta no subirá”. Viniendo de un hombre que durante sus 84 años de vida entre finales del siglo XIX y principios del XX patentó más de 1,000 invenciones, alguna verdad empírica sobre la realidad debe contener que sea de aplicación directa al sector energético de México, dejo dos ejemplos.
El 10 de diciembre de 2014, La CNH publica la primera Convocatoria de la Ronda 1, la licitación se desarrolló en un evento público el día 14 de junio de 2015, donde se abrieron las propuestas y se declaró al ganador para el Área Contractual 7 al consorcio conformado por Sierra Oil & Gas, Talos Energy y Premier Oil que presentó una propuesta superior a otros competidores como Eni o Statoil.
Dos años después, en esta área contractual, Sierra Oil & Gas anuncia el descubrimiento de un yacimiento de hidrocarburos en el pozo Zama-1 con un volumen original entre 1,400 y 2,000 millones de barriles de petróleo crudo equivalente. Zama ha sido objeto de una controversia pues la Comisión Nacional de Hidrocarburos determinó que este yacimiento comparte espacio con una asignación otorgada a Petróleos Mexicanos, pero no nos centraremos en eso, sino en el tiempo.
Zama es parte de los primeros contratos entregados para un desarrollo prácticamente nuevo, es decir que no eran pozos abandonados licitados para recuperación secundaria. Después de cinco años de trabajos, entre 2015 y 2020, las empresas han invertido en actividades de exploración y evaluación más de 270 millones de dólares, de los cuales casi 35 millones de dólares han sido pagos al Estado mexicano como derechos de la fase exploratoria, sin lograr una producción sostenida.
Las rondas petroleras fueron detenidas en 2018, ante la llegada de la nueva administración. Esto significa que el potencial de desarrollo tanto en reservas como en producción, así como de ingresos para el Estado, se ha frenado y solamente se ha centrado en los esfuerzos de PEMEX y los recursos del gobierno federal. Si se lanzaran rondas, digamos en 2025, entonces no veríamos, en general, petróleo al menos hasta 2030, por lo que se pierde tiempo valioso para la explotación de un recurso que cada vez pinta más a convertirse en activos varados.
Otro ejemplo, son las subastas eléctricas. La tercera edición de este proceso licitatorio tuvo lugar en noviembre de 2017 donde se comprometieron la instalación de 15 nuevas centrales eléctricas con capacidad de más de 2,000 MW que representaría una inversión de 2,369 millones de dólares. Algunas ofertas rompieron récord y se obtuvo un precio promedio de $20.57 dólares por MWh. En tres años, entre 2017 y 2020, se instalaron más del 50% de la capacidad comprometida.
De igual forma, desde 2018 fueron canceladas las nuevos Subastas de Largo Plazo, lo que implica, entonces, que de reanudarse en 2025, no veríamos la totalidad de la energía hasta 2029 o 2030, perdiendo así, de igual forma que en las rondas petroleras, la oportunidad de desarrollar proyectos con menores costos para beneficios de los mexicanos.
El tiempo es un recurso valioso que, como señala la cita de Edison, no se puede extender y no se puede recuperar, pero también las acciones de hoy pueden contener un efecto mariposa escondido. Las pequeñas acciones de hoy puede acumular una serie de efectos cuyas consecuencias podrían ser muy difíciles de contener en el futuro o, dicho de otra forma, volver a las condiciones iniciales puede ser muy difícil o imposible.
Las decisiones de hoy nos cuestan tiempo, tiempo muy valioso que no recuperaremos.
Por Paul Alejandro Sánchez
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Paul Alejandro Sánchez Campos es Doctor en Políticas Públicas y cuenta con 14 años de experiencia en el sector energético.
Ha trabajado en los sectores público, privado y social, donde destacan el Tec de Monterrey, Petróleos Mexicanos, Brio Suministradora Energética y Ombudsman Energía México.
En la academia ha colaborado con la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey, el Colegio de la Frontera Norte, la Universidad Autónoma de Sinaloa y la Univesidad de Monterrey. Ha sido investigador de Natural Resource Governance Institute, Sustainable Energy for All y el Banco Interamericano del Desarrollo.