En el primer trimestre del año, la fuerte aceleración de las tasas de largo plazo en EUA puso a temblar a los mercados financieros. La recuperación económica por encima de lo esperado y el respectivo ajuste al alza en las expectativas de inflación en EUA, activaron la posibilidad de que la Reserva Federal retire anticipadamente los estímulos monetarios. Como respuesta a lo anterior, el dólar se fortaleció y provocó mayor nerviosismo sobre las consecuencias negativas hacia mercados emergentes, en especial hacia los accionarios.

En abril, estos fuertes movimientos se matizaron. A pesar de ver sólidos datos económicos, las tasas largas se mantienen por debajo de sus máximos del año y operan más estables. Asimismo, el dólar ha vuelto a debilitarse, lo que confirma que la peor parte de ese movimiento terminó. Pero, ¿cuándo vendrá el siguiente ajuste?

Este cambio de tendencia es relevante porque la estrategia de inversión se altera: los mercados accionarios desarrollados mantienen ganancias, aunque a menor ritmo mientras que los mercados accionarios emergentes tienden a retroceder y las materias primas se estabilizan.

La inflación en EUA es una de las principales variables a monitorear para poder anticipar este nuevo episodio de ajuste. Tanto los mercados como los analistas pronostican que la inflación en EUA se disparará y alcanzará su máximo en mayo por encima de 3.5% anual (2.6% en marzo y 1.4% en enero), para después caer a 2.7% durante el verano. Esta es la ventana de tiempo más relevante. Si para este momento, la inflación cede, pero se mantiene elevada y los datos de empleo siguen mejorando, la Reserva Federal señalizará el comienzo del retiro de los estímulos y el ajuste iniciará: la tasa del bono a 10 años se acercará al 2% (actualmente en 1.68%), el dólar recuperará terreno y los mercados accionarios emergentes se ajustarán a la baja.

Dentro de este escenario hay que considerar diferentes factores que actúan sobre los mercados en México. Por un lado, la economía mexicana se beneficia de la recuperación en EUA, lo que mejora las perspectivas de crecimiento en 2021 (actualmente en 4.6% según la Encuesta Citibanamex). Asimismo, cerca de 40% de los ingresos de las empresas que cotizan en el IPC se generan en el extranjero, lo que ayuda a mitigar la lentitud de la reactivación del sector interno.

Por otro lado, los riesgos idiosincráticos vulneran estos escudos. El actual gobierno ha mermado el apetito del sector privado por invertir. Las críticas a los órganos autónomos y las propuestas para revirar reformas estructurales, sólo han debilitado la posición relativa de México frente a otros países emergentes. A esto le sumamos las elecciones intermedias, donde los inversionistas se preguntan cómo será la segunda mitad del mandato de López Obrador en caso de que Morena pierda participación en el Congreso (aunque mantenga la mayoría).

De momento, con el mayor optimismo en los mercados accionarios, las tasas y el dólar estables, México se posiciona como una buena estrategia. El IPC repunta 10% en lo que va del año y está a menos de 5% de alcanzar sus máximos históricos de septiembre de 2017. Hasta ahora varias empresas han presentado sólidos reportes en el primer trimestre. Sin embargo, cuando la situación en los mercados globales se torne más complicada y las tasas y el dólar reanuden su tendencia alcista, ¿el mercado mexicano tendrá el atractivo suficiente para mantener esta tendencia? Lo veo difícil. Existen otros mercados emergentes que están mejor posicionados, con un riesgo político menor, donde la visibilidad hacia el futuro es más clara.

Por Daniela Blancas

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