“El origen es destino” refiere el dicho popular y es lo que demuestra la situación social del estado de Nuevo León, donde la población en condición de pobreza, de piel monera y que, además, tiene raíces indígenas, enfrenta escasas posibilidades de cambiar a un nivel social de mayores ingresos.

Nuevo León, considerado la capital industrial de México, es un reflejo de cómo las desigualdades económicas y sociales se han agudizado en el país en los últimos años, refirió el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), en el documento “Informe sobre movilidad social en Nuevo León”.

Entre los hallazgos del estudio destaca que 44% de las personas que nacieron en el estrato económico más bajo no lograron superar esa situación en su etapa adulta; mientras que solo 4% de los individuos que nacieron en pobreza lograron moverse al estrato económico más alto.

Sin embargo, 50% de las personas que nacieron en familias de los más altos ingresos sí lograron mantenerse en esa condición a lo largo de su vida.

“La movilidad económica está estrechamente ligada al tipo de ocupaciones entre las que permanece o se mueve la población del estado. En Nuevo León, seis de cada 10 hijos con padres en actividades agrícolas y manuales persisten en este tipo de ocupación, mientras dos de cada 10 pasan a actividades no manuales”, refirió el CEEY en su reporte.

Asimismo, la ocupación de las personas y sus capacidades de generar ingresos están relacionadas con su preparación académica y su conocimiento para trabajar o emprender un negocio.

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Uno de cada 10 padres con primaria o menos logrará hacer que sus hijos alcancen la educación superior, mientras que en los casos de padres con preparación universitaria se observa que seis de cada 10 hijos logran llegar a la universidad.

Otro resultado que llama la atención tiene que ver con las características raciales de la población.

Se encontró que en ese estado 33% de las personas con piel más oscura puede mantenerse en el estrato más alto, contra 60% de las personas con piel más clara.

“Esto sugiere que tener un tono de piel moreno no necesariamente es un obstáculo para experimentar movilidad ascendente, pero sí incrementa los riesgos de movilidad descendente”, refirió el estudio.

Además, los habitantes de Nuevo León que se consideran a sí mismos como indígenas o personas afrodescendientes enfrentan mayores tasas de permanencia en condición de pobreza, con un promedio de nueve de cada 10 individuos.

En cambio, cuatro de cada 10 personas que se consideran de raza blanca continúan en los niveles sociales de menores ingresos.

El CEEY concluyó que 35% de las desigualdades económicas del estado provienen de la desigualdad de oportunidades, tales como educación, capacitación para el trabajo, servicios de salud, servicios financieros y servicios urbanos –agua, electricidad, gas, telecomunicaciones—, entre otros.

Por lo anterior, el CEEY formuló una serie de recomendaciones a las autoridades neolonesas y al resto de la sociedad del estado, en aras de mejorar las condiciones de vida para los grupos sociales más desfavorecidos e impulsar la movilidad social.

Entre las recomendaciones  se encuentran el fortalecimiento de la educación inicial para los niños, servicios de cuidados –niños de brazos, enfermos y ancianos— en apoyo a las mujeres que trabajan, escuelas de tiempo completo, ampliar los servicios de salud hasta alcanzar una cobertura universal, así como promover campañas para disuadir a la población sobre la discriminación racial y étnica.

También es pertinente mejorar la instrucción escolar de los padres de familia y promover su capacitación laboral para que puedan aprender otro tipo de ocupaciones que les permitan obtener mayores ingresos.

GC