Cualquier tipo de inversión se rige por el rendimiento y riesgo esperado. Para el mercado cambiario funciona igual. El peso que durante el 2016 ha mostrado numerosos máximos históricos, generaba la idea de ganancias con poco riesgo, al ser la moneda más líquida de Latinoamérica, sin barreras a la entrada o salida e intervenciones previsibles y pequeñas que poco o nada detenían las depreciaciones. El mercado cambiario funciona con expectativas autorrealizadas, por lo que los incrementos en las apuestas contra el peso en el mercado de futuros de Chicago (que subieron 1000 % de noviembre a febrero) ofrecían un rendimiento prácticamente seguro. La medida anunciada por la comisión de cambios de anular las subastas diarias de dólares para dar entrada a la intervención directa en el mercado cambiario, cambió el escenario de riesgo, aunque sea de manera temporal. Un inversionista pequeño que quiera apostar en contra del peso debe pensarlo ahora dos veces, porque Banxico puede intervenir directamente, dando mayor liquidez al mercado y disminuyendo el ritmo de depreciación. Podría decirse que después de varios miles de millones de dólares utilizados en las subastas diarias, la comisión de cambios se sacó un 100 con la medida que cumplió con la regla de oro de no ser esperada por el mercado y desconocerse el monto de intervención. Sin embargo, la tendencia de largo plazo del tipo de cambio está vinculada a factores externos como el precio del petróleo y las noticias relacionadas con China, que se espera sigan siendo negativas propiciando los cambios en las posiciones de inversión que favorezcan al dólar y generen depreciaciones del peso. Además, el mercado interpretó la intervención directa como si se confirmara la expectativa de que persistirá la inestabilidad económica y financiera a nivel internacional, ante lo cual se están tomando medidas de prevención. Así, la medida disminuyó la volatilidad pero no ha cambiado la dirección o tendencia del tipo de cambio que aún puede alcanzar niveles cercanos a 20 pesos por dólar. Por otro lado, en relación al anuncio extraordinario de incremento en la tasa de referencia por parte de Banxico, es probable que el efecto sobre el tipo de cambio se disipe y que sean necesarias nuevas alzas. Basta con ver el caso colombiano o brasileño, cuyos bancos centrales subieron de manera significativa su tasa y eventualmente volvieron a tener fuertes depreciaciones. El alza es una medida riesgosa pero puede verse como la mejor entre dos malas opciones: dejar la tasa como estaba, provocando que el tipo de cambio siguiera subiendo y hubiera un efecto traspaso sobre la inflación, o subir la tasa lo cual detuvo el ritmo de depreciación de manera temporal, pero también desincentiva al consumo y la inversión, que podría jalar a la baja la inflación. Con respecto al impacto que el incremento en tasa tendrá sobre el crédito, cabe destacar que en los últimos dos años el crecimiento del crédito en el sector privado fue de 5.5 %. Como consecuencia, se espera que el incremento afecte principalmente al sector empresarial en el largo plazo y que provoque caídas en la inversión fija de capital nacional. Otros riesgos importantes es la expectativa de un ciclo alcista de tasa en México, a la par del incremento en el riesgo soberano.