El coronavirus es un evento sin precedente en la historia reciente, que ha representado un choque de oferta y un cambio en muchos paradigmas. Hacia atrás la influenza H1N1 no llegó a ser tan importante y la gripe española en 1918 no tuvo el mismo efecto sobre la economía, ya que el mundo no estaba tan globalizado. Así, los modelos económicos previamente calculados sirven de poco y se abren un sinfín de sub escenarios posibles con respecto a los precios del petróleo, la percepción de riesgo global y la forma en la que responderemos los consumidores y empresas, los cuales en tiempos de incertidumbre no actuamos siempre con la racionalidad que asumen las teorías económicas. Para México es posible que el golpe del Covid-19 dependa de cinco factores: 1) número de infectados y muertos, 2) tiempo de la contingencia, 3) posibilidad de nuevo brote en el año, 4) impacto sobre la economía de Estados Unidos y 5) la efectividad de la política económica aplicada. Entre mayor sea el número de infectados, muertos y mayor el tiempo que dure la contingencia, mayor será la caída de la actividad económica. El distanciamiento social cambia los patrones de consumo y el miedo provoca compras de pánico y cautela por parte de los consumidores, que tienden a posponer el consumo no considerado básico. Por parte de las empresas, la caída en las ventas, la desconfianza y la posibilidad de otros brotes provoca un empeoramiento de sus expectativas de ingresos, a lo que le sigue despidos y cancelación de proyectos de inversión, provocando un círculo vicioso de caídas en la economía. Por otro lado, el 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a Estados Unidos. Así, la pérdida de empleo y la caída en el ingreso de los estadounidenses afectará directamente al PIB de México. Esta crisis es distinta a la del 2009 en donde la falta de liquidez de los bancos ocasionó la caída de la actividad. Ahora la enfermedad obliga al confinamiento. En el 2009 los bancos centrales apoyaron con recortes en las tasas de interés e inyecciones masivas de liquidez. Ahora, los recortes en tasa son necesarios para incentivar a la demanda agregada y las inyecciones de liquidez ayudan, pero tendrá que ser la política fiscal la que tome el rol principal, pues es como puede inducirse confianza de que habrá una pronta recuperación.

Escenarios

Ante tan alta incertidumbre se proyectan tres escenarios para el PIB de México: en el escenario optimista la economía mexicana caería 5% en promedio en este año, en el escenario central la caída sería de 8% y en el escenario pesimista la caída sería del 10%. Cabe mencionar que la mayor caída que ha tenido el PIB de México ha sido durante la Gran Depresión, en 1929, cuando se contrajo 14.92%. En segundo lugar, está la caída de la crisis del Tequila en 1995, con 6.26%. Finalmente, en tercer lugar está la caída del 2009, de 5.03%. Con esto, el escenario optimista sería similar a lo observado en el 2009, mientras que los escenarios central y pesimista constituirían las segundas mayores caídas del PIB de México en noventa años. México entró en la crisis sanitaria del Covid-19 con un severo estancamiento económico, hilando 13 meses consecutivos con caídas en la inversión fija bruta, 22 meses consecutivos con caídas en el indicador coincidente que marca una fase recesiva en la economía, caídas máximas en registro en el sector construcción, caídas en el IGAE y en el consumo privado. Por la holgura económica, bajo cualquiera de los tres escenarios, es previsible que la inflación siga en niveles bajos, con posibilidad de repuntar hacia el 3% si el peso se deprecia de manera acelerada, si el precio de la gasolina se incrementa o si se genera desabasto en artículos con alta ponderación en el INPC. Como máximo se espera que la inflación termine el año en un nivel de 3.5%, como mínimo en un nivel cercano al 2% interanual, que sería un mínimo histórico para México. Como consecuencia, la expectativa es que el Banco de México siga recortando su tasa de referencia. El nivel en el que cierre el año la tasa de interés dependerá de la inflación y de las expectativas de ésta hacia el largo plazo. En un escenario central donde la inflación se ubica al cierre del año en 3% la tasa podría terminar alrededor de 4%, mostrando todavía un diferencial importante respecto a Estados Unidos e incentivando la entrada de capitales a México que buscan un buen rendimiento. Finalmente, el tipo de cambio que está determinado por muchos factores entre los que destacan el precio del petróleo, la percepción de riesgo global y la percepción de riesgo relativa sobre México tiene espacio aún para alcanzar un nuevo máximo histórico de 27 pesos por dólar, en un escenario central y de 29 pesos en un escenario pesimista. El escenario central de 27 pesos contempla un incremento en la percepción de riesgo global, mientras que el escenario pesimista le suma una mayor percepción relativa de riesgo sobre México. Asimismo, existe un escenario optimista donde el tipo de cambio baja a niveles de 22 pesos por dólar, ante la reapertura económica y la expectativa de una, no tan lenta, recuperación del mundo. Gabriela Siller Pagaza, PhD [email protected]; @GabySillerP