El director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS en inglés), el mexicano Agustín Carstens Carstens, pronosticó este domingo una inflación elevada durante mucho tiempo en la medida en que suban los salarios y los precios de los productos finales, así como una recesión.

“La preocupación más urgente para los bancos centrales es la trayectoria de la inflación. De alguna manera, la política monetaria está en territorio desconocido”, pero los bancos centrales deben actuar de forma decisiva, a tiempo y con flexibilidad, aseguró Carstens Carstens.

El BIS, que asiste a los bancos centrales de todo el mundo, celebra este año su asamblea anual de nuevo de forma presencial –en Basilea, Suiza— después de hacerlo de forma virtual durante dos años debido a la pandemia del Covid-19.

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“Las perspectivas son inciertas. Pero el escenario más probable es que la inflación supere los objetivos de la mayoría de las jurisdicciones durante algún tiempo”, advirtió Carstens en la asamblea anual en la que también presentó el informe económico anual del BIS.

Agustín Carstens también prevé que los salarios van a aumentar los próximos meses en la medida en que los trabajadores traten de recuperar el poder adquisitivo que han perdido y de ahí que “la inflación podría ser elevada durante mucho tiempo”.

Los salarios suben en muchos países y, en otros, las negociaciones salariales se producirán los próximos meses. En algunos países se ajustan los incrementos salariales a la inflación o se trata de volver a negociaciones centralizadas.

Sin embargo, las empresas tratarán de pasar los salarios más elevados a los precios de sus productos.

Deslocalización de empresas y precios de materias primas, bajo la lupa

“La pandemia y la guerra aumentan las perspectivas de nuevos modos de operación, una reorganización de las cadenas de valor globales y la desglobalización”, según Carstens.

Esto significa que van a desaparecer factores que antes presionaban a la baja los precios.

Si el crecimiento se ralentiza, los déficit fiscales siguen elevados y la deuda pública aumenta, los riesgos de una inflación más elevada están ahí.

Carstens –quien fue gobernador del Banco de México (Banxico) y secretario de Hacienda y Crédito Público— también instó a los legisladores de todos los países a aprender de las lecciones de las crisis del petróleo de 1973 y 1979, para evitar que la elevada inflación se atrinchere durante mucho tiempo y que el crecimiento económico sea bajo.

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El aumento del precio del petróleo es en estos momentos menor que en la década de 1970 y la cantidad de energía que se necesita para producir bienes y servicios es también mucho menor. Pero el encarecimiento se extiende a más fuentes de energía y otras materias primas agrícolas.

Además, según Carstens, los problemas de suministro de fertilizantes y metales pueden reducir la producción global en el futuro y añadir más presiones al alza sobre los precios.

Bancos centrales deben subir tasas de interés rápido

Desde 1970 la política monetaria ha mejorado y “sus objetivos e instrumentos están ahora mucho mejor definidos”, dijo Carstens.

“Para evitar el riesgo de un cambio de régimen, los bancos centrales necesitan comunicar claramente y bien el objetivo final: bajar la inflación rápidamente al objetivo”, consideró el director general del BIS.

Los bancos centrales deben subir las tasas de interés rápidamente en poco tiempo para lograr un aterrizaje suave.

Sin embargo, Carstens reconoció que las condiciones de partida son difíciles porque “la inflación es hoy en día más elevada” que al inicio de otros ciclos de subidas de las tasas de interés anteriores.

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Además, “la deuda pública también está en máximos históricos en muchos países, lo que dificulta subir las tasas de interés sin desencadenar disfunciones en los mercados”, añadió.

Los precios de la vivienda y el endeudamiento de los hogares también son elevados y las exposiciones de las empresas han crecido en muchas economías.

Por ello el riesgo para las economías avanzadas es que una fuerte caída de los precios de los activos desencadene una recesión severa.

Las economías emergentes deberán afrontar unas condiciones financieras peores y si el dólar se aprecia más, aumentarán las presiones sobre ellas y muchas no tienen más remedio que subir sus tasas de interés.

GC