México ya comienza a observar algunos beneficios de la relocalización de empresas o nearshoring; sin embargo, su efecto podría ser mayor si se lograran disipar las dudas que generan las políticas públicas del país, señaló Carlos Serrano, economista jefe de BBVA Research.
En un análisis, el especialista retomó que la inversión fija bruta total se encuentra 2.1% por debajo del nivel que tenía al inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con sus componentes moviéndose en trayectorias distintas, pues mientras la construcción está 12.5% por debajo del nivel, la adquisición de maquinaria y equipo nacional registra un alza de 6.5% y de 16.4% en el caso de las importaciones con una aceleración notable en los dos últimos años.
“Esto es una señal de que el nearshoring o la relocalización están empezando a tener efectos en el país”, destacó.
No obstante, acentuó que el hecho de que la construcción (que incluye construcción de plantas nuevas) y la inversión extranjera directa no hayan aumentado, proyecta que empresarios sin operaciones en México aún dudan con llegar al país.
“Sugiere que los inversionistas (extranjeros y nacionales) que ya están operando en el país y que saben navegar mejor el actual entorno político, son quienes más se animan a invertir (adquiriendo bienes de capital) y a expandir su producción aprovechando más intensivamente sus plantas existentes; aquellos que aún no tienen presencia en el país tienen dudas para hacerlo”.
En ese sentido, Serrano expuso que para realmente aumentar el nivel de inversión del país, hay que disipar esas dudas, es decir, “dar mayor certidumbre, fortaleciendo el Estado de Derecho”.
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Cabe mencionar que incentivar la inversión es muy relevante, pues para que el país logre aumentar el crecimiento potencial -a niveles que permitan reducir la pobreza- se requiere que la inversión sea de al menos 25% del PIB.
Países como Singapur, Taiwán y Corea del Sur, que en el último medio siglo lograron pasar de economías emergentes a desarrolladas, tuvieron en promedio tasas de inversión mayores al 25% por varias décadas.
En tanto, en México la inversión total pasó de 22.2% del PIB en 2012 a 19.1% (16.5% privada y 2.6% pública) al cierre del 2022.
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