Durante el año hemos visto un enfoque distinto entre las expectativas de los analistas y el desempeño de los mercados. Los inversionistas apuestan a una eventual reducción en tasas, aunque las razones podrían ser distintas, no necesariamente por una reducción en la inflación, sino por una posible disminución en la actividad económica. Mientras las expectativas más negativas se han venido moderando hasta ahora, el desempeño de los mercados continúa sólido. ¿Hasta cuándo? Hasta el punto en donde ambas visiones converjan, o una disminución en la inflación, o una marcada desaceleración. 

Hace unos días, el presidente de la FED, Jerome Powell señaló en su informe de Política Monetaria, la posibilidad de subir en dos ocasiones más la tasa de referencia en 25 pb en cada una de ellas, lo que llevaría a las tasas en EUA a un rango entre 5.5% y 5.75%, argumentando la solidez de la economía norteamericana y con ello el desvanecimiento del escenario recesivo que se esperaba a finales del año pasado, justamente para mediados del 2023, y la permanencia de una inflación subyacente elevada. 

La realidad es que los últimos datos observados en la economía norteamericana siguen mostrando fortaleza, particularmente aquellos relacionados con el sector de vivienda que se publicaron recientemente. Los inicios de viviendas aumentaron a niveles de 1.63 millones, y los permisos de construcción se incrementaron a 1.49 millones, ambos indicadores mostrando una fuerte recuperación, adicionalmente, observamos una tendencia creciente en los precios de las viviendas durante el año, lo que sugiere que el dinamismo del sector continuará impulsando el crecimiento. Con estos datos en uno de los sectores que podría ser más sensible al incremento en tasas, parecería que hasta ahora los esfuerzos para contener la demanda han sido insuficientes. Por otro lado, las expectativas de crecimiento para este año se han revisado al alza a niveles cercanos al 2%, la confianza al consumidor ha subido, y el mercado laboral se mantiene estable, por lo que todo indica que será necesario apretones adicionales en las tasas de referencia, si lo que se busca es bajar la inflación.

Aunque a nivel mundial la inflación y la desaceleración económica seguirán siendo los principales factores a seguir, la política monetaria de cada país comienza a ser diferenciada por situaciones muy particulares, aunque el sesgo generalizado sigue siendo restrictivo. Algunos países desarrollados continúan subiendo sus tasas de referencia como Suiza, Reino Unido, Turquía, Dinamarca, la Zona Euro, Canadá, entre otros, lo que implica un diagnóstico equivocado en sus expectativas originales de inflación, mientras que otros países como México, o incluso EUA, ha pausado sus tasas por ahora; en el primer caso, con la posibilidad de un eventual recorte, y en el segundo caso, con la posibilidad de incrementos adicionales, al tiempo que otros Bancos Centrales de países como China, han comenzado a reducir sus tasas para fomentar una recuperación más rápida ante el franco deterioro de su economía.

Recientemente el Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés), presidida por Agustín Carstens, recomendó mayores incrementos en las tasas de referencia, advirtiendo sobre los riesgos inflacionarios y señalando que “cuanto más tiempo se mantenga elevada la inflación, más fuerte y prolongado será el endurecimiento de la política económica” con sus posibles consecuencias como una eventual recesión o problemas en el sector bancario como los que vimos en EUA a principios del año.

Lo cierto es que el reto para la mayoría de los Bancos Centrales, entre bajar la inflación y evitar una marcada desaceleración/recesión, cada vez resulta más elevado. Actualmente existen dudas respecto a si el impacto del incremento en las tasas ha perdido efecto, si la inflación se ha estancado y requiere incrementos adicionales, o si será cuestión de tiempo para ver una caída más significativa en la inflación. El gran problema es que una equivocación por parte de los Bancos Centrales, en cualquier sentido podría ser costosa, podría provocar un escenario de varios años de inflación elevada cada vez más difícil de contener, o bien, un escenario en donde una política monetaria más restrictiva de lo necesario podría llevar a una recesión.

Es probable que aún veamos cierta estabilidad en los mercados y quizá repuntes adicionales en el corto plazo, sin embargo, la experiencia dice que tarde o temprano los efectos de tasas de interés elevadas se verán reflejados en la actividad económica mundial, en el costo financiero de las empresas y las familias, y por lo tanto en las utilidades de las empresas y en el desempeño de sus acciones. 

Por Carlos Alberto González Tabares

Director de Análisis Económico Cambiario y Bursátil de Grupo Financiero Monex

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