Trump prepara nuevo TLCAN. Después de incrementar la tensión global con posibles ataques sobre Siria y Corea del Norte, Trump dice que en dos semanas tendrá la lista de los cambios que pretende hacer al TLC, que deberán ser grandes o de lo contrario EU se saldría del acuerdo, aunque a finales de marzo, su secretario de Comercio,Wilbur Ross, había dicho que se buscarían cambios no tan radicales. Larga renegociación Trump dijo en un discurso la semana pasada en Wisconsin: “…queríamos empezar a negociar con México inmediatamente, pero tenemos estas provisiones por las que tenemos que esperar largos periodos de tiempo, hay que notificar al Congreso y después tienes que obtener un certificado, y después no puedes hablar con ellos en 100 días. Todo eso es ridículo…”. Y es que según lo acordado en el mismo TLC, EU debe notificar a su Congreso de sus intenciones de renegociar el TLC, que a su vez llevará a cabo mesas para conocer el punto de vista de sus sectores productivos al respecto e indicarle al Poder Ejecutivo lo que sí y lo que no se puede renegociar, ya cambio de qué podría llevarse a cabo finalmente la negociación. Trump llegó a la Casa Blanca el pasado 20 de enero. Se han cumplido tres meses de su mandato, pero el Congreso todavía no ha ratificado a la persona encargada de los tratados de libre comercio, lo que se espera suceda en la primera quincena de mayo. En consecuencia, la carta de intenciones de la renegociación del TLC llegará al Congreso a finales de mayo y, por ende, usará los meses de junio, julio y agosto —que puede alargarse hasta septiembre— para ver qué sí se puede renegociar y qué no. Una vez que el Congreso estadounidense dé las directrices a sus negociadores, iniciarán las pláticas entre los tres países, y probablemente podría haber un acuerdo entre marzo yabril del 2017. Pero el Poder Ejecutivo de EU nunca ha enviado un Tratado de Libre Comercio en año electoral al Congreso para su aprobación, como hemos mencionado en ediciones anteriores, ya que su contenido se puede convertir en un arma de los opositores. Y resulta que en noviembre del 2018 hay elecciones para todos los escaños de la Cámara de Representantes de EU y una tercera parte de los escaños de los senadores. En el discurso de la semana pasada, por ejemplo, Trump dijo que el sector lácteo estadounidense habría salido muy mal con el TLC debido a que Canadá le impone altos aranceles a productos lácteos que se usan en la producción de queso, lo que imposibilita su exportación hacia Canadá, que protege con esa medida su sector de quesos. Sin embargo, Justin Trudeau, primer ministro canadiense,le respondió a Trump diciéndole que si gusta se puede negociar el sector lácteo del TLC, pero en conjunto con el sector agropecuario, donde EU tiene cuotas de importación y mantiene un superávit de 400 mdd diarios con Canadá en su conjunto gracias a los aranceles que tiene EU. Para los electores de cada estado las nuevas reglas del TLC traerán ganadores pero también claros perdedores y, por ende, ningún congresista estará dispuesto a perder una cierta cantidad de votos en juego si aprueba el nuevo TLC en año electoral. Los cambios al TLCAN En tres meses al frente de la Casa Blanca, México y el mundo tratan de entenderla doble personalidad de Donald Trump. Uno es el que habla y da discursos incendiarios que apoya en sus redes sociales, y otra muy diferente es la cara que da a sus electores cuando finalmente no se logra hacer lo que él había planteado, después de entender que la situación es mucho más difícil de lo que había supuesto en un inicio. La última gran vergüenza internacional fue cuando, sin precedentes, dijo que estaba enviando un portaaviones a la Península de Corea para realizar maniobras conjuntas con el ejército de Corea del Sur y Japón, tratando de frenar a Corea del Norte. Lo cierto es que dicho porta aviones se dirigió a Australia para realizar maniobras de rutina con la armada de ese país y se espera que esta semana se acerque a la Península de Corea finalmente, en caso de hacerlo. Lo mismo podemos pensar en cuanto al TLCAN. En campaña dijo que después del Tratado Transpacífico, el TLCAN era el peor tratado comercial firmado por EU. Después, a finales de marzo,se filtró un borrador sobre lo que se presentaría al Congreso: algo se mencionó de incrementar las cuotas de origen, ver la posibilidad de imponer aran celes de forma unilateral, lo que México jamás aceptaría porque la OMC no acepta esas prácticas de comercio, y ahora arremete contra Canadá por el tema lácteo. Sin embargo, en Wisconsin dijo: “…el TLCAN ha sido muy, muy malo para nuestro país, muy malo para nuestras compañías y trabajadores. Vamos a hacer grandes cambios o vamos a librarnos del TLCAN de una vez por todas. No podemos seguir así, créanme”, subrayó Trump, y como recibió aplausos de los agricultores estadounidenses ahí reunidos, improvisó diciendo: “…el TLCAN ha sido un desastre para Estados Unidos, un desastre completo y total…”, insistió. A futuro Para México es mejor tener el TLCAN que no tenerlo, pero si la posición de Trump y EU no le convienen, como sería la imposición unilateral de cuotas o aranceles cuando EU así lo crea conveniente, entonces lo mejor será darlo por concluido y usar los acuerdos de la OMC para mantener las relaciones comerciales entre ambos países. Ahora bien, considerando los tiempos legislativos estadounidenses, es muy probable que la directriz final sobre lo que sí se puede y no negociar se conozca hasta septiembre, y que Trump pida el oro y el moro en los próximos días. Pero esa solicitud deberá pasar por los intereses comerciales de las grandes empresas multinacionales que hacen negocios en México y que aportan grandes sumas de dinero a las campañas de los congresistas de EU, por lo que podrían darse fuertes episodios de volatilidad, como sucedió en las elecciones y hasta que Trump tomó posesión de su cargo, y que los rumores crezcan mientras el Congreso decide qué sí aprueba y qué no, y durante las negociaciones bilaterales o trilaterales exista gran hermetismo precisamente para evitar la intromisión empresarial estadounidense. Si tomamos en cuenta que el ánimo negociador estadounidense no es para construir un mejor TLCAN,sino para ganar espacios, entonces lo mejor para México es que pase el tiempo, lo que obligará a la Administración Trump, que ya recibió un fuerte revés legislativo con el Obama Care, a no enviar la propuesta de TLC hasta que concluyan las elecciones de noviembre del 2018 en EU, lo que haría que el nuevo TLC se discuta en su Congreso a principios del 2019. De momento, México tiene tiempo para cabildear con sus sectores productivos los lineamientos generales de una posible negociación, poner límites sobre lo que es viable y lo que no, y empezar una campaña en los medios de comunicación estadounidenses sobre la importancia del libre comercio entre ambas naciones, ya que si bien México es super avitario en mercancías, es deficitario en servicios, por ejemplo, y la renegociación del TLC podría implicar el permitir que los camioneros mexicanos crucen sin problemas la frontera, lo que hoy no sucede. Del otro lado de la moneda, un TLC bien negociado puede incrementar fuertemente las inversiones productivas hacia nuestro país, fortalecer a la región de América del Norte ante un Asia más unida por culpa de Trump, y preparar a la región para la automatización del trabajo, el gran reto de las próximas décadas.